Constitucionalismo

Miriam Tey: "El feminismo histórico está obsoleto y el hegemónico está desnortado".

Editora y promotora cultural, Tey se faja en las batallas por la igualdad. Exdirectora del Instituto de la Mujer con el PP, apela al pensamiento libre y combate con igual optimismo «la deriva victimista y sectaria» del feminismo y la ofensiva nacionalista.


Maite Rico entrevista a Miriam Tey para el El Mundo (31/01/2025), recogido parcialmente por Salir al Aire. Leerlo íntegramente en el sitio web original (enlaza con elmundo.es). La entrevista se ha seleccionado por la vinculación de Miriam con el Centro Libre. Arte y Cultura (CLAC), entidad de la que se hace eco Salir al Aire de manera preferente.

La igualdad de derechos fue el objetivo de la lucha feminista. Logrado ese objetivo, al menos en la legislación, las mujeres tienen criterios diferentes sobre cuotas, prostitución, pornografía, gestación subrogada, Ley Trans... ¿Tiene sentido hablar hoy de feminismo?

━Yo soy inicialmente contraria a los ismos. Soy catalana y no catalanista. Soy española y no españolista. Mujer y no feminista. El ismo te constriñe a analizar cualquier cosa desde un solo prisma. Y yo, además de ser mujer, soy persona y me defino por muchas otras cosas aparte de por mi sexo. Los ismos pueden ser valiosos en algún momento, pero el feminismo histórico, que surgió con todo el sentido y fue muy útil, está obsoleto, y el actual feminismo hegemónico está desnortado.

¿Es realmente hegemónico? ¿No es una hegemonía artificial, impuesta desde el poder político?

━Absolutamente. Es una hegemonía institucional, gubernamental y de organizaciones que viven de eso. Pero la sociedad va por otro lado. Como usted decía, cada mujer tiene su criterio. Intentar uniformarnos no tiene sentido. El epígrafe que nos une es ese, el de mujeres.

Fue directora del Instituto de la Mujer en 2003 y 2004. ¿Qué batallas quedan por dar por la igualdad?

━Mientras siga habiendo pobreza y dificultades de acceso a la educación, hay mucho por hacer por la igualdad de derechos, de mujeres y de hombres. En nuestro país, la Constitución garantiza ya una igualdad que es innecesario reivindicar de otra forma: lo que hay que exigir es que se cumpla la ley. Creo que la única igualdad por la que tenemos que batallar es la de oportunidades. La diversidad nos enriquece. Y por lo que hay que luchar no es por llegar a ser iguales, sino por tener las mismas oportunidades siendo distintos. En España estamos errando la fórmula. Posicionarse en contra de los hombres y andar con batallas simbólicas y sectarias, como el lenguaje inclusivo o los roles, no aporta nada. Los roles son intercambiables, los podemos escoger. El foco del problema está en la economía. La mujer está fuera de las decisiones económicas, en España y en el mundo. Porque aunque haya mujeres poderosas en puestos institucionales, al final el poder económico real lo sustentan los hombres. Es ahí donde, de una forma inteligente, colaborativa, hay que incidir.

En ese sentido, ¿las cuotas son válidas?

━Pueden serlo en algún momento. Pero en muchos casos son incluso contraproducentes, porque se nos minusvalora al colocarnos en una posición «como mujeres». Yo quiero competir con mis aptitudes, no con la ventaja o desventaja de ser hombre o mujer.

¿Qué diferencias hay entre el feminismo hegemónico y el histórico?

━El feminismo histórico tenía una razón de ser. Efectivamente había desigualdad real ante la ley. Pero hoy la desigualdad es a la inversa. Hay juzgados y castigos diferentes en casos de malos tratos, crímenes y abusos en función de si los comete un hombre o una mujer, algo que me parece contrario a la Constitución. Antes se luchaba contra la desigualdad, y hoy se utiliza la desigualdad de forma victimista, y eso es perjudicial para las mujeres.

¿Cómo puede permear, en las jóvenes españolas del siglo XXI, esa idea de la mujer como una víctima a la que hay que proteger del hombre?

━Esa idea se vuelve dominante porque es lo cómodo: contradecirla supone que seas acusado de machista, de facha y de retrógrado. Argumentar frente al sectarismo es difícil. Y, ante el peligro de que te pongan en un grupo en el que no quieres estar, cedes a una retórica que no es la tuya. Por otro lado, hay gente que realmente se ha creído este cuento de que el hombre es un enemigo. Y no es así. El hombre ha sido amigo y protector de la mujer en muchas ocasiones. Pero esa acusación se ha convertido en un tabú y los hombres no tienen la capacidad de reaccionar. La mujer se ha colocado en un pedestal intocable. Y mientras nos engañemos y no hagamos una revisión crítica de nuestro papel, no obtendremos lo que queremos.

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