Editorial

Día Internacional de la Educación

El 24 de enero se celebra el Día Internacional de la Educación, una fecha proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2018 para destacar el papel fundamental que tiene la educación en el desarrollo sostenible, la paz y la igualdad en el mundo.
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Este día nos recuerda que la educación es un derecho humano esencial, reconocido en el artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

¿Por qué es importante este día?

  • Promueve la conciencia global: Resalta la importancia de garantizar una educación inclusiva y equitativa para todos.
  • Aborda desafíos: Llama la atención sobre las brechas educativas, especialmente en regiones afectadas por conflictos, pobreza o desigualdad de género.
  • Impulsa el cambio: La educación es clave para romper ciclos de pobreza, mejorar la salud, reducir las desigualdades y empoderar a las comunidades.

Día Internacional de la Educación 2025

Este año se celebra bajo el lema: Inteligencia artificial y educación: preservar la autonomía humana en un mundo de automatización.

Este tema invita a reflexionar sobre cómo la educación puede capacitar a las personas y comunidades para comprender, navegar e influir en los avances tecnológicos, asegurando que la inteligencia artificial (IA) se utilice de manera que respete los derechos humanos y promueva el progreso hacia los objetivos de desarrollo sostenible.

A medida que los sistemas informáticos y de IA se vuelven más sofisticados, las fronteras entre la intención humana y la acción automatizada se difuminan, planteando cuestiones críticas sobre cómo preservar y redefinir la autonomía humana en una era de aceleración tecnológica.


El hombre educado sabe que la educación dura toda la vida.

La educación no es un estado final, sino un proceso continuo. Un hombre educado comprende que aprender es un camino que no termina, ya que siempre hay algo nuevo que descubrir, reflexionar o mejorar en uno mismo y en el entorno.

Un científico, por muy experto que sea, sigue investigando, aprendiendo de sus colegas y actualizándose con los avances. De la misma forma, una persona educada sigue aprendiendo de la vida cotidiana, de sus relaciones, de sus experiencias y de las nuevas perspectivas que encuentra.

La educación, en este sentido, es más un estilo de vida que un logro final.


Buena educación académica y ser educado socialmente.

Cualquier persona debería cultivar ambos aspectos. Una gran formación académica puede abrir muchas puertas, pero no garantiza que alguien sea respetuoso o amable. Por otro lado, ser educado socialmente es fundamental para la convivencia, pero combinarlo con educación académica eleva el impacto que una persona puede tener en el mundo.

Si bien la adquisición del conocimiento académico y habilidades corresponde a las instituciones educativas (escuelas, universidades...), el comportamiento y los valores éticos se aprenden principalmente en el seno de la familia y el entorno social y cultural. La primera, ayuda a mejorar profesionalmente gracias a las competencias técnicas adquiridas, la otra inspira a mejorar las relaciones interpersonales y de convivencia.

Resolver ecuaciones matemáticas o escribir ensayos es más interesante cuando se sabe ser y estar. Una persona con estas peculiaridades puede ser auténtica y coherente con sus principios, pero también flexible y capaz de adaptarse a cualquier entorno sin perder su esencia. Un líder que sabe ser (ético, empático y motivador) y sabe estar (se comporta con respeto y profesionalismo) genera confianza y credibilidad en su equipo.


Si no estás dispuesto a aprender nadie te puede ayudar.

Cuando una persona no tiene la voluntad de aprender, no importa cuánta ayuda, recursos o conocimiento tenga a su alcance, será incapaz de aprovecharlo. La falta de disposición a aprender actúa como una barrera que limita el crecimiento, ya que la apertura mental es el primer paso para el desarrollo.

Si estás presto a instruirte nadie te puede parar.

Cuando alguien tiene el deseo genuino de aprender, superará cualquier obstáculo, ya que el aprendizaje se convierte en un motor que lo impulsa. Una persona dispuesta a aprender no se detiene ante los fracasos; los ve como oportunidades de crecimiento.

La clave está en la actitud.

  • Voluntad: El aprendizaje no depende solo de los recursos externos, sino de la actitud interna. Si estás dispuesto a aprender, buscarás los medios para lograrlo.
  • Transformación personal: Esta apertura al aprendizaje te convierte en alguien adaptable, resiliente y con el potencial de lograr cualquier objetivo.

El derecho a recibir la educación en lengua materna.

Atendiendo a la objeto de esta revista, de arraigo catalán y de inspiración hispánica, vemos con preocupación los argumentos de las autoridades educativas de Cataluña en relación a la inmersión lingüística en catalán.

No es aceptable, en la educación de una sociedad bilingüe, que la política lingüística mantenga la exclusividad de una lengua 'propia' en detrimento de otra lengua igualmente 'propia'. El respeto a las lenguas propias, la cohesión social y el derecho individual a la educación en la lengua materna está reñido con el modelo educativo que utiliza el catalán como lengua vehicular exclusiva en las escuelas, sin tener en cuenta que el español es la lengua materna de una parte más que relevante de los estudiantes.

Para los niños cuya lengua materna es el español, representa un desafío inicial en el proceso de aprendizaje, para muchos padres supone una limitación en el derecho a elegir la lengua de instrucción de sus hijos. Esta situación genera tensiones sociales entre grupos lingüísticos, en especial en donde los padres se han atrevido a hacer frente, en muchos casos en solitario, a la corriente hegemónica impuesta por un catalanismo político marcadamente antiespañol.

El equilibrio entre la protección de la lengua catalana como patrimonio cultural y los derechos lingüísticos individuales es clave para avanzar en este debate. Quizá la solución ideal sea un modelo que combine lo mejor de ambos enfoques, como programas bilingües o trilingües que garanticen tanto el dominio del catalán como del español, adaptándose a las necesidades del alumno y al contexto cultural del territorio.

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