Editorial

Por una 'Diada' de Cataluña abierta, inclusiva e integradora, catalana e hispánica.

Como catalanes, independientemente del lugar de origen, tenemos la misma identidad, la de una ciudadanía que quiere prosperar y vivir en paz con sus semejantes.

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La Diada de Cataluña tiene un profundo significado para la identidad catalana, pero a lo largo de los años ha sido vista desde perspectivas muy diversas. La idea de una Diada abierta, inclusiva e integradora, sugiere la necesidad de hacer de este día una celebración que conecte a todas las personas que viven en Cataluña, independientemente de sus orígenes, ideologías o posturas políticas.

Una Diada verdaderamente catalana, en este sentido, no debería estar monopolizada por un enfoque exclusivamente nacionalista o secesionista, sino que podría poner en valor la pluralidad cultural, lingüística y social de Cataluña. Cataluña es una tierra rica en diversidad, con habitantes de múltiples procedencias que han contribuido a su evolución y desarrollo. Un enfoque inclusivo haría que este día celebrara no solo la historia y tradiciones catalanas, sino también la convivencia, la cohesión social y el respeto por la diversidad.

Existen múltiples formas de ser y sentirse catalán

Ese reconocimiento de la diversidad supone valorar la riqueza de una sociedad multicultural, en la que el catalán, el español y otros idiomas conviven en armonía, y donde diferentes tradiciones y costumbres coexisten. La identidad catalana tiene hoy un sentido más amplio, entendida no solo desde la perspectiva histórica o política, sino también desde su pluralismo social y cultural, reconociendo las múltiples formas de ser y sentirse catalán.

Debería crearse un espacio para todas las sensibilidades, tanto para quienes sienten una fuerte identidad catalana como para quienes se identifican con un proyecto hispánico, sin hacer de la Diada una celebración exclusiva de una postura política, organizando eventos y actos culturales que apelen a personas de todas los orígenes y pensamientos.

La Diada debería ser un puente entre quienes defienden visiones distintas sobre el futuro de Cataluña, promoviendo un espacio común donde prevalezca el respeto mutuo y el orgullo compartido por lo que nos une, que es muchísimo más de lo que supuestamente nos separa.

Todos tenemos la misma identidad, la de una ciudadanía que quiere prosperar y vivir en paz con sus semejantes

Mientras la fecha del 11 de septiembre siga siendo -principalmente- una fiesta del catalanismo político, basado en un falseamiento de la historia que incita a recuperar una soberanía perdida, cuando goza de ella más que nunca en el seno de una democracia consolidada, no será una fiesta para todos los catalanes.

Somos conscientes de que en la actual situación es imprescindible visibilizar a la Cataluña real: en las instituciones, en los medios y, sobre todo, en la calle. Hacer de la necesidad virtud y no escondernos en una fecha tan señalada, inspirando en nuestro entorno una voluntad de hermandad hispánica, por ende, también catalana.

Como catalanes, creemos firmemente que es el momento de obviar las legítimas adscripciones ideológicas, las no menos legítimas preferencias de partido y, sobre todo, los personalismos. Independientemente del lugar de origen, todos tenemos la misma identidad, la de una ciudadanía que quiere prosperar y vivir en paz con sus semejantes.

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