Compañero Sanchez, el principal responsable eres tú

Como votante socialista desde hace 40 años me siento legitimado para sostener que el presidente es el máximo responsable de la crispación actual porque no duda en enfrentarnos a los españoles en su propio beneficio.


Publicado en primicia en El Mundo (16/08/2024), y posteriormente por Salir al Aire (con autorización del autor) Leerlo en el sitio web original

Durante más de 40 años, cada vez que he sido convocado a las urnas en unas elecciones generales, autonómicas, locales o europeas siempre he votado al referente socialdemócrata español: PSOE-PSC. Me considero legitimado para realizar una critica de la contribución de ambas formaciones a la convulsa situación política actual. No me sentiría interpelado a realizar este ejercicio respecto a partidos a los que nunca he votado.

Con 145 años a sus espaldas, el PSOE ha sido protagonista o testigo privilegiado de innumerables episodios de la política española, Cuando en 1979, bajo el liderazgo de Felipe González, esta organización abandonó el marxismo y abrazó los valores socialdemócratas de matriz, europea se inició la etapa más productiva y eficaz del partido en cuanto a su capacidad para mejorar la vida de los ciudadanos.

El PSOE, junto con la inestimable aportación de la UCD y de los populares, contribuyó de forma extraordinaria a una Transición ordenada con generosos pactos transversales. También desempeñó un papel fundamental en la integración de España en la CEE. Y fomentó la incorporación en la modernidad y el progreso económico y social...

El PSC es un partido soberano, con personalidad jurídica propia y finanzas independientes.

Uno de los pecados originales en ese periodo fue permitir que el PSOE no estuviera representado directamente en Cataluña, cediendo su representación a otro partido, el PSC, el cual se fundó en 1978 con la fusión de tres formaciones socialistas, una de ellas del PSOE. A pesar de participar en los órganos federales del PSOE y de formar parte del Grupo Socialista en el Congreso, en el Senado y en el Parlamento Europeo, el PSC es un partido soberano, con personalidad jurídica propia y finanzas independientes. Constituye una excepción en la estructura del PSOE en España y, a mi juicio, en este vinculo existe una contradicción de origen, pues en realidad no hablamos de una relación federal (con una sola soberanía), sino de una confederación donde cada partido es soberano. Cuando le ha interesado, el PSC ha roto la disciplina de grupo y ha votado distinto al PSOE en el Congreso. Ahora quiere conseguir un concierto económico para Cataluña ⎼similar al cupo vasco y navarro⎼, a costa de la solidaridad con el resto de los trabajadores de España. Horas antes de los comicios catalanes, la actual ministra de Hacienda, María Jesús Montero, rechazaba categóricamente el concierto económico. Con la misma vehemencia, los ministros socialistas descartaban una ley de amnistía los días previos a las generales de 2023. Un doble engaño a los electores socialdemócratas.

Sólo se trataba de seguir en el poder, abandonando la ideología y a costa del interés general de los españoles.

No existía un mandato democrático, ni siquiera una ligera presión social, para aprobar la amnistía o el concierto económico. Sólo se trataba de seguir en el poder, abandonando la ideología y a costa del interés general de los españoles. En el momento histórico de mayor debilidad electoral de las formaciones independentistas, el partido de Gobierno ha aceptado que 3.000 militantes separatistas decidan por todos los españoles para hacer presidente de la Generalitat a Salvador Illa a cambio de un pacto fiscal insolidario.

EI máximo responsable de este engaño es, por enésima vez, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Sus cambios radicales de opinión oportunistas y egoístas le han arrebatado toda credibilidad. Y con él, lamentablemente, arrastra a toda la organización.

El denominado concierto catalán nada tiene que ver con un sistema federal.

En un vulgar intento por justificar lo que negaba antes de las elecciones, el presidente ha declarado que el concierto económico para Cataluña se enmarca en el proyecto de federalización de España. No es sorprendente el uso de nuevo, de la mala fe para confundir a los españoles. El denominado concierto catalán nada tiene que ver con un sistema federal, en el que existiría una única soberanía a pesar de la descentralización. Bien al contrario, lo que se está promoviendo es una confederación, donde cada parte asociada es soberana. La soberanía o independencia fiscal de Cataluña vendría de la recaudación del 100% de los impuestos.

Cabe recordar la desastrosa experiencia histórica de las confederaciones, empezando por los Estados del sur de EEUU que defendían, entre otros privilegios, el esclavismo. Acabaron desatando una cruenta guerra civil. O la autoimplosión de la antigua Yugoslavia, que saltó en pedazos por la confrontación tribal. O la autoliquidación de la URSS, con la separación de sus territorios. Los propios suizos, manteniendo su descentralización cantonal, actualizaron el modelo de Confederación Helvética (CH) por una Constitución federal. La imprudente ligereza de promover un modelo confederal en España, en el que las comunidades autónomas gocen de soberanía, no augura un buen futuro. Durante la Transición se descentralizó el país a través del denominado Estado de las autonomías, que en ningún caso implicó ceder la soberanía, que reside exclusivamente en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado. Lo que se pretende es cambiar por la puerta de atrás un modelo que funciona ⎼y que, como en todo en la vida, se puede mejorar⎼ por un experimento confederal arrojado a la papelera de la historia en demasiadas ocasiones.

Como votante socialista desde hace más de 40 años mi pregunta es sencilla: si la amnistia para los lideres de la insurrección de 2017 y el concierto económico para Cataluña son tan trascendentes para el interés general, ¿por qué razón no figuraban en los programas electorales de 2023 y 2024 respectivamente? El incumplimiento grave y reiterado de los programas y el modelo de listas cerradas decididas por una o pocas personas derivan en prácticas de mala calidad democrática y exacerban el nepotismo de los lideres irresponsables.

Es una obviedad que un presidente debe intentar unir pero nunca fomentar la división. Sin embargo, por su propio perfil político, Sánchez ha ejercido un liderazgo negativo que ha fomentado la confrontación y la polarización entre los españoles y en su partido. En 2016 fracturớ el PSOE y promovió unas primarias cainitas, dividió al partido de forma populista con su impostura de víctima asediada por el aparato del partido, algo que, en realidad, trataba de evitar actos previstos con fuerzas separatistas y de la extrema izquierda. Sánchez ganó las primarias e impuso un régimen personalista. Ya en el gobierno acabó pactando con minorías radicales y, con ello, trajo de regreso a las dos Españas enfrentadas. En contra de lo que es habitual en cualquier país democrático, el presidente del Gobierno huye de la centralidad política, aborrece los grandes pactos y acuerdos de Estado, y parece encantado de arrojarse en brazos de formaciones que quieren fracturar el país.

 Mediante una concatenación de decisiones controvertidas, el presidente nos ha traído hasta la crispada situación política de ahora.

Para seguir gobernando, no dudó en no cumplir con la palabra dada antes de las elecciones y ya es lo habitual. Sánchez tampoco dudó en fracturar a su aliado Podemos a través de Yolanda Diaz con el impulso de Sumar. Tampoco ha dudado en influir en el Poder Judicial incorporando a exmiembros del Gobierno en el Tribunal Constitucional y en la Fiscalía General del Estado. Mediante una concatenación de decisiones controvertidas, el presidente nos ha traído hasta la crispada situación política de ahora y a una pendiente peligrosa.

Señor Sánchez, desde esta tribuna opino abiertamente que es usted el máximo responsable de la crispación política y social actual porque no duda en enfrentarnos a los españoles en su propio beneficio. Los independentistas no han engañado a nadie, pero usted ha engañado a muchos, incluidos los socialdemócratas que callan. Cierto es que cuenta usted con la gran ventaja que le otorga el silencio de los corderos, y que se las apaña para manejar a una militancia y a unos cuadros que aspiran a mejorar sus condiciones de vida. Permítame que le diga también que si tiene un mínimo de ética y de vergüenza ⎼ni que sea democrática⎼ debería dar la cara, convocar elecciones generales y defender abiertamente ante los electores la impunidad y la desigualdad que generan la ley de amnistía y el insolidario concierto económico, graciosamente concedidos a los separatistas catalanes a espaldas de los españoles. Desde luego, debería comprometerse solemnemente ante toda la ciudadanía ⎼si es que el término compromiso tiene algún valor para usted⎼ a impedir cualquier intento de aprobación de un referéndum de autodeterminación que fraccione la soberanía del pueblo español.