Los equidistantes cómplices de la negociación política
Acaba de salir (13/11/2019) un manifiesto redactado tras la sentencia del Tribunal Supremo (TS) sobre los políticos nacionalistas catalanes condenados por sedición.
- Lo firman 238 intelectuales equidistantes, interesados y despistados. De todo hay, pero ninguno neutral. Todos ciegos y sordos ante el fascismo posmoderno que se recrea últimamente en la violencia explícita de los CDR en calles quemadas, carreteras, estaciones de ferrocarril y aeropuertos de Cataluña, jaleados por el presidente de la Generalitat.
- La lectura del texto los delata. Empezando por el título: «Petición pública a favor de una negociación política sobre Cataluña». No se podía apoyar más explícitamente el nervio más duro de la propaganda nacionalista destinado a imponer el derecho de autodeterminación por encima del Estado de Derecho.
La mayoría pertenecen al club del diálogo, ese concepto hermoso pervertido por la manipulación del lenguaje, que el nacionalismo ha extendido a todo el nominalismo democrático.
- Ningún significante coincide con su significado: democracia, derecho a decidir, libertad, revolución de las sonrisas, normalización, voluntad del pueblo, cohesión social, integración, lengua propia y el resto de esa interminable chistera de términos enunciados para legitimar la gran farsa de la república de las mentiras. Entre ellos, negociación, diálogo, judicializar la política y conflicto, términos presentes en su lacerante petición pública.
Una simple ojeada semiótica al texto nos delata tal impostura. Existe un conflicto entre España y Cataluña como si fueran dos sujetos soberanos distintos, agravado por una sentencia judicial contra los líderes nacionalistas y la violencia que tal hecho ha provocado.
- Es necesario sentarse, negociar y llegar a un acuerdo que satisfaga a las dos partes en conflicto. En ningún momento se alude a la violación del Estado de Derecho por parte de los líderes catalanes sediciosos, ni se respeta la decisión del Poder Judicial al juzgar como sedición tal violación de la ley. Razonan con la lógica nacionalista. Su neutralidad nace muerta.
Si se entra en los detalles semánticos, este hilo conductor se muestra diáfano: la sentencia es «contra los líderes independentistas catalanes». Aquí la preposición «contra» toma el aire de venganza de un Estado opresor que se ha extralimitado en sus funciones. Y la violencia subsiguiente es consecuencia de tal arbitrariedad, no de la estrategia sediciosa programada y agitada por los líderes políticos nacionalistas.
- «Más de 200 personas -sostienen- han sido detenidas por la policía y casi 600 más han resultado heridas, algunas de las cuales de gravedad». Ni una palabra de los heridos policiales, ni de la violencia extrema de aquellos. Tampoco del rechazo explícito a rechazar la violencia de los que la ejercen y organizan.
- Para colmo, se lamentan de las alteraciones de la vida civil y sobre todo de la comunidad educativa, cuando son ellos quienes la alteran y los rectores que la toleran y (o) promueven, quienes han pactado un examen final para facilitar a los universitarios sediciosos su asistencia a la agitación callejera en lugar de asistir a clase.
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