El papel de la izquierda en la inmersión lingüística
ELCATALÁN.ES. 19/11/2019.- Es conveniente de vez en cuando hacer un alto en este camino agitado, por el que nos hacen transitar, y echar la vista atrás para ver de dónde venimos y que fue lo que nos ha traído aquí. No, no estoy hablando del omnipresente procés, pero sí de una de sus arterias (o de su ADN, como se prefiera): la inmersión lingüística.
¡No es el lobo, estúpidas, son los pastores!
Con la llegada de la democracia y el restablecimiento de las instituciones catalanas y del Estatuto, comenzó a trabajarse de modo mancomunado por la recuperación de la lengua catalana.
- El primer paso de ese proceso, aparte de campañas publicitarias de dudoso acierto y seguro mal gusto, fue la Ley de Normalización Lingüística de 1983, fruto de un esfuerzo de todos los grupos políticos por encontrar vías de acuerdo para un tema que ya era espinoso (basta recordar la extrema virulencia con que fue acogido por parte del catalanismo el Manifiesto de los 2300, por la igualdad de derechos lingüísticos, de 1981).
Para esa Ley y tal vez tratando de seguir el modelo de la 2ª República, CiU planeaba una doble vía: escuela en catalán y escuela en español. Por el contrario, los partidos de izquierda PSC y PSUC condenaban lo que llamaban “segregación” escolar y buscaban una escuela pública unitaria con un tratamiento equilibrado de las dos lenguas.
- Se alcanzó el consenso y se aprobó la Ley con 133/135 votos a favor (de CiU, PSC, PSUC, UCD) y solo 2 en contra (del Partido Socialista Andaluz, desaparecido en la siguiente legislatura).
Esta pieza legislativa condenaba la “segregación”, establecía (sin cupos) la coexistencia de catalán y español, lenguas cuyo dominio se consideraba el objetivo de la enseñanza primaria y secundaria, y el derecho a la primera enseñanza en la lengua materna de cada cual.
- Sin embargo, establecía de entrada que la lengua catalana era el elemento fundamental de la formación de Cataluña. Y, por supuesto, todas las garantías para la enseñanza del español se fueron esfumando en la práctica (y muy rápidamente).
La inmersión aún estaba ausente del panorama legislativo. Se limitaba a distintos experimentos en ciertas escuelas que se habían iniciado con anterioridad a la aprobación de esta Ley.
- Es conocido el papel destacado del PSUC en la adopción del sistema de inmersión en unas cuantas escuelas de Santa Coloma de Gramanet, una ciudad con abundante población trabajadora procedente del resto de España.
- Se alentaba a las familias a solicitar este tipo de escuela porque se consideraba que era el mejor sistema para la integración de las bolsas de población de habla española y para evitar la aparición de guetos. Una supuesta herramienta para facilitar el “ascensor social” y la cohesión.
El PSUC consiguió un buen número de solicitantes, gracias a la implantación de ese partido en el tejido social más inquieto políticamente de la sociedad catalana desde los últimos años de la Dictadura. El Partido Comunista había sido el partido más activo contra el régimen de Franco (si no el único), especialmente su rama catalana, el PSUC.
- Su estrategia en la década de los 60 y 70 consistió en aliarse con todas las fuerzas de la oposición (aunque pertenecieran a la burguesía, así lo prescribía como como modelo el eurocomunismo de Berlinguer, Carrillo y Marchais) y penetrar y asumir puestos de responsabilidad en todas las estructuras sociales: sindicatos, movimientos vecinales, y asociaciones de todo tipo. Prueba de la intimidad y la eficacia de esa penetración son los nombres de algunos de sus integrantes (y su deriva actual): Raül Romeva, Muriel Casals, Oriol Bohigas, Borja de Riquer, Xavier Folch…
El PSC, por su parte, era el fruto de la fusión de dos conglomerados socialistas catalanes con la Federación Catalana del PSOE, fusión que se produjo en un congreso en el año 1978. Por su carácter de conglomerado, en su seno convivían fuerzas progresistas de carácter burgués, fuerzas catalanistas y los obreristas.
- Es de señalar cómo, durante muchos años, se reprodujo en la estructura del partido lo mismo que se detecta en el Parlamento catalán y otras instituciones. Los puestos de mayor representatividad estaban cubiertos por apellidos catalanes procedentes de la burguesía (los Maragall, Moles, Castells, Obiols,…), mientras que los apellidos de origen español (los Corbacho, Zaragoza, Montilla,…) abundaban en los mandos intermedios y en la militancia de base.
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