Más vale una vez rojo que ciento amarillo
02 de septiembre de 2018 (16:21 h.)
El lazo era de hierro. Tenía un potente aspecto institucional, municipal y espeso
Mi amigo abrió el maletero y cogió un espray.
Uno de esos esprays de autodefensa que no pueden faltar en el ajuar de cualquier demócrata catalán. Cruzamos hacia la rotonda. El lazo era de hierro. Tenía un potente aspecto institucional, municipal y espeso, y era imposible levantarlo sin grandes trabajos. De modo que aplicamos al bubón pestífero el prescrito antídoto: un ardiente toque de rouge. Mientras pintábamos, pasó un coche. Una voz femenina, algo histérica, empezó a dar voces.
- ¡¡Pulisía, pulisía!!