Que se pongan hojas (y folios)
A Rufián hay que ponerle un espejo, al menos una vez en la vida, para que compruebe a dónde se llega por el camino que propone.
Mi liberada:
Gentes que te conocen me aseguran que la otra tarde sufriste un vahído al leer la nota que escribí sobre la comparecencia del expresidente Aznar en el Congreso y que cuando recobraste (es un decir) el conocimiento empezaste a dar grandes voces hasta que te oyeron todas las letras del alfabeto (y sobre todo del analfabeto) LGTBI y hasta en la Generalidad te oyeron.
De resultas de ello unos y otros me acusan de homófobo y de un posible delito de odio por haber escrito: «Aznar se equivocó con Rufián. A Rufián hay que contestarle en sede parlamentaria diciéndole: «La polla, mariconazo, cómo prefieres comérmela: ¿de un golpe o por tiempos?», mientras uno va sonriéndose delicadamente en su cara. Pero si se opta por la no significación entonces hay que negarse a responder al gamberrete hasta que aprenda a no comerse los mocos en público».