Opinión

Hispanidad y leyenda negra (VIII).

Hoy nos vamos a dedicar a mostrar, no sólo la verdadera cara de Simón Bolívar, falsario psicópata al que la leyenda negra se ha encargado de encumbrar como “libertador” de las “colonias” españolas en América.


Artículos anteriores del mismo autor y tema Hispanidad y leyenda negraprimera entregaIIIIIIVVVI y VII.

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Sobre Simón Bolívar intentaremos poner de manifiesto todos sus aspectos biográficos y contubernios, procurando convencer y liderar la disidencia de los oligarcas criollos que buscaban la independencia. Nos ayudaremos con las conclusiones de expertos como Santiago Armesilla, el profesor César Pérez de Guevara y Marcelo Gullo, especialmente.

En su toma de posesión el presidente Gustavo Petro, en Colombia en agosto de 2022, sacó como símbolo la espada de Simón Bolívar, y todos los presentes se levantaron menos el rey Felipe VI y el argentino Alberto Fernández. Todo un alarde oprobioso que nuestro monarca supo lidiar. Citemos otros testimonios hispanistas de personajes históricos como Unamuno, que habla de “igualdad entre todos los hispanos”, Luis de Camoens, portugués, que decía “distinguimos entre castellanos, andaluces o portugueses, porque españoles somos todos” (1580), o Andrés Bello (1781-1865), nacido en Caracas que fue humanista y fundador de la Universidad de Chile, considerado primer humanista de América, maestro de Bolívar en 1797 y 98, que lo dejó por su carácter enconado e insoportable; o Alexander von Humboldt, que dice que la esclavitud en territorios hispanos fue mucho más suave y los esclavos sólo estaban en las grandes haciendas, además de que podían casarse y comprar su libertad; o nuestro Ramiro de Maeztu de la generación del 98 y asesinado en el 1936, con su inolvidable Defensa de la Hispanidad. Los reyes españoles Carlos IV y Fernando VII también ordenaron nuevas protecciones a los nativos explotados por los oligarcas criollos.

Emparentados los Bolívar con Fernando VI.

Nuestro personaje nació en Caracas el 24 de Julio de 1783. Hijo de Juan Vicente Bolívar y Ponte, uno de los ricos hacendados “mantuanos” (burgueses, dueños y nobleza criolla de campos de cacao) del virreinato de Nueva Granada, emparentados los Bolívar con Fernando VI. Solicitó el marquesado de San Luis, para convertirse en aristócrata, pero no lo consiguió: su tío Palacios confiesa que en su árbol genealógico hubo una muchacha (la Marine) que había sido adoptada, por eso se lo denegaron. Juan Vicente, que ocupó altos cargos políticos en Caracas y Puerto Rico, estuvo casado con M.ª Concepción Palacios Aristia Sojoblanco, emparentada con el linaje de Fernando III el Santo. Simón quedó huérfano de padre a los tres años y perdió a su madre seis años después; lo que significó sin duda una alteración emocional que le complicaría la vida (1792), pasó unos meses interno en casa de su maestro Simón Rodríguez que vivía también en Caracas.

A los 16 años vino a Madrid para formarse como militar, porque de joven adolescente amaba a España y se casó con una española de gran fortuna, Mª Teresa del Toro Alaiza que murió a los ocho meses de fiebre amarilla. En Madrid tuvo un encuentro con Fernando VII y con Humboldt. Su evolución psicológica le llevó a un narcisismo mesiánico que le acompañó siempre. Asistió a la coronación de Napoleón al que dijo;

Juro por mi honor y por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen, por voluntad de poder, a España

Pero, ¿cómo se rebela contra España de este modo? Posiblemente la denegación del marquesado de San Luis y la seducción que en él obró Napoleón, le indujeron a ello. Sin duda su sueño de convertirse en jefe del Imperio español en América lo llevaron a romper incluso con su fe católica, y convertirse en renegado hasta el punto de aliarse con la masonería francesa e inglesa, convirtiéndose en maestro de la logia de San Alejandro de Escocia en París (y no está claro si perteneció a la logia Lautaro, creada por Miranda, que era anglófilo). Y estuvo militando hasta 1828, dos años antes de su muerte.

Con razón decía Gullo que fue el típico jovencito hispanoamericano, captado psicológicamente, que le llenaron la cabeza con ideas de la Revolución francesa. Lo que no puedo comprender es que su odio le llevara a asesinar no sólo a los que no pensaban como él, sino también a muchos por el simple hecho de haber nacido en la península ibérica. Su traición a España es evidente cuando aprovecha la Guerra de la Independencia en que se halla inmersa España, para aliarse con los ricos criollos que buscaban la emancipación de España, porque sus leyes les obligaban a respetar a los indígenas, y les coartaba su voluntad de opresión para hacerse más ricos. Pero no lo hubiera conseguido si no hubiera contado con los anglosajones que fueron los que sufragaron las independencias y le dieron un ejército de 7.000 soldados, más las tropas de Haití, que ya era independiente, con el que llevó a cabo sus fines. Esto ocurrió tras un viaje a Jamaica, en 1815, que ya era del gobierno británico, donde fue a buscar apoyo material y logístico, allí firma la Carta de Jamaica.

Se dieron lugar a guerras civiles entre españoles, no “guerras de Independencia”.

En 1810 Bolívar se había unido a una sociedad “patriótica” (separatista) de Caracas, oligarquía que como en Guayaquil, Lima, Valparaíso o Buenos Aires ya obedecía a los intereses británicos y se enriquecieron estas ciudades con su contrabando. En 1811 Bolívar fue testigo del Acta de Independencia de Venezuela, pero sólo fue un testimonio, porque las protestas populares de los realistas (partidarios del rey), dieron lugar a guerras civiles entre españoles (no “guerras de Independencia”) realistas frente a separatistas. España se defendió. También fueron derrotados los rebeldes y encarcelados en El Salvador en 1813 y 1814; igual en Nicaragua en 1811 y en las ciudades de León, Granada y Rivas y llevados a Guatemala. Se sofocó otro motín en Honduras en 1812. Y a Méjico fue enviado Agustín de Iturbe, a aplastar el movimiento separatista de Vicente Guerrero el 24 de febrero de 1812 y pactaron el Plan de Iguala, que reconocía la independencia de Méjico y Agustín de Iturbe se hace con la presidencia de la República.

Domingo de Monteverde, capitán general de Venezuela, canario, fue el que acabó con la llamada Primera República (1811). Aunque en 1813 Bolívar derrotó a Monteverde, habiendo firmado antes el famoso Decreto de guerra a muerte. También Bobes, capitaneando el ejército realista, triunfó en Caracas. En Ayacucho en 1824, se enfrentaron dos ejércitos, el realista contaba con 5.000 indios de un total de 6.000. Venció Bolívar y fue el final del Virreinato del Perú y gobernó todo el occidente sudamericano, de Argentina al Caribe.

Los indios pastusos sólo fueron vencidos cuando Bolívar recibió los 5.000 casacas rojas del ejército inglés.

Sin embargo los indios guajiras, como todas las masas indígenas estuvieron siempre contra Bolívar y tras vencidos por ser realistas, huyeron y se refugiaron en las montañas de Venezuela y Colombia (Nueva Granada), por eso se le conoció como la “Guerra de los castillos” donde dirigidos por Antonio Uachaca (igual que el general pastuso Agualongo en Ecuador, con los indios pastusos y con el mismo lema) estuvieron haciendo guerra de guerrillas diez años más con su bandera blanca que llevaba el lema Por Dios, por la Patria y el Rey y sólo fueron vencidos cuando Bolívar recibió los 5.000 casacas rojas del ejército inglés.

En Venezuela, Bolívar había aceptado a los canarios, que eran casi todos “pulperos” (comerciantes) y muy queridos, pudieran vivir pacíficamente, porque no los consideraba españoles, a la vez que condenaba a todos los españoles que fueran fieles al Imperio español. En 1813 ordenó ejecutar a 600 prisioneros y en febrero de 1814 también ejecutó a 1.200 civiles, entre ellos, a ancianos y a enfermos de hospital; y para ahorrar pólvora, lo hicieron a golpes y pedradas y con armas blancas. En 1814 ordenó el reclutamiento forzoso y ejecutó a los que se negaron a coger las armas. Fusiló a 69 españoles, sin juicio, es indudable que se le acuse de genocida.

Bolívar despreciaba a los indios, a los negros y a los mestizos -concluye Gullo-. Y no habría ganado una sola batalla sin los soldados proporcionados por los ingleses.

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