Hay que recordar lo obvio: el régimen tributario de cualquier Estado moderno se basa en que los más ricos aporten más y que con ello se garantice a todos los ciudadanos por igual la prestación de los servicios del Estado, sea cual sea su nivel de renta o el lugar donde habiten. Y lo relevante es saber si los acuerdos fraguados entre ERC y PSC pretenden mejorar el funcionamiento de ese Estado democrático español o escindirse de él. Desgraciadamente los acuerdos ERC/PSC-PSOE van en esa segunda dirección, creando una nueva soberanía fiscal separada del conjunto nacional. Una frontera fiscal buscando que Cataluña y los catalanes queden al margen del principio general.
El acuerdo va contra los principios de un Estado moderno y nos devuelve al régimen feudal en que los nobles pactaban con el rey su aportación, ambos en su propio benéfico y al margen del de sus vasallos. Quienes pretenden comportarse como nuevos señores feudales deben recordar que somos los ciudadanos y no los territorios quienes pagamos los impuestos, y que a iguales niveles de renta igual carga fiscal, así como el acceso a servicios públicos debe ser, independientemente de nuestra riqueza o del lugar de residencia, igual para todos los ciudadanos.
Su preocupación hoy es alcanzar el poder y justificar un nuevo Govern tripartito
La justificación utilizada, la supuesta infrafinanciación, es desmentida año a año por la liquidación final del sistema de financiación que sitúan a Cataluña en línea con la media nacional de ingresos por habitante ajustado. Tampoco las balanzas fiscales de la Generalitat y sus 22.000M son fiables ni objetivas. Con datos estimados, criterios de imputación subjetivos, método de caculo en base a flujos monetarios engañoso y una neutralización de saldos artificial, el resultado es un juego contable irreal para justificar falsos agravios.
Sin justificación real, tampoco la tiene legal. Se contraviene el art 204 del Estatut y también la Constitución al romper la unidad de la Hacienda española en los territorios de régimen común y atentar a la igualdad entre ciudadanos. ¿Cómo sortearan la legalidad? No lo saben ni los propios firmantes, su preocupación hoy es alcanzar el poder y justificar un nuevo Govern tripartito en el que poder acomodar a los suyos.
Va a generar una frontera comercial nacida de la desafección entre territorios que terminaremos pagando todos.
Nos equivocamos si creemos que el excedente de recursos que se pudieran obtener beneficiará a los catalanes o a Cataluña: servirá ante todo para el crecimiento elefantiásico de la administración pública catalana y sus “estructuras de Estado”. Se detraerán recursos y empobrecerá a comunidades de cuyo desarrollo nos beneficiamos todos, también los catalanes pues no en vano son nuestro principal mercado y nosotros sus primeros proveedores. La frontera fiscal que se crea, además de ir contra el principio de equidad, va a generar una frontera comercial nacida de la desafección entre territorios que terminaremos pagando todos. Probablemente ello no importe a quienes buscan esa ruptura de lazos con el resto de España, también la emocional, pero no es la voluntad de la mayoría de los catalanes.
Desde el nacionalismo se pretenden construir fronteras fiscales, que se sumen a las lingüísticas, culturales y afectivas hasta llegar a la separación de facto. Es inconcebible la cooperación necesaria del PSC/PSOE en este proceso. Vamos mal por un camino que solo busca la destrucción de un Estado para dar satisfacción al delirio nacionalista de una minoría. Confiemos que catalanes y españoles sepamos reaccionar a tiempo.
José Luis Alegre es miembro de la junta directiva de la asociación Empresaris de Catalunya.