El legado de Pascual Maragall: entre luces y sombras

Fue un político capaz de unir pensamiento y acción en muchos aspectos, particularmente en la modernización de Barcelona, pero en otros sus decisiones dejaron a Cataluña hipotecada, condicionando el futuro político y económico de la comunidad.

Transformación de Barcelona: un alcalde visionario

Se ha publicado recientemente una apología de Pascual Maragall que fue, sin duda, un excelente alcalde que supo aprovechar la resonancia de la Expo-92 y los Juegos Olímpicos de Barcelona para alinearse con la etapa modernizadora del primer ciclo de gobiernos socialistas en España. La transformación de Barcelona en esos años fue un proceso sin precedentes, donde Maragall combinó visión estratégica y ejecución pragmática para posicionar la ciudad como referente mundial de modernidad y progreso. Bajo su liderazgo, Barcelona pasó de ser una ciudad industrial a convertirse en un centro cultural y económico de gran atractivo internacional.

La discrepancia lingüística y su consecuencia

Tuve la oportunidad de tratar personalmente con Pascual Maragall durante mi participación en el Comité Ejecutivo del Plan Estratégico Económico y Social de Barcelona 2000, en representación de la UGT de Cataluña. Fue una experiencia enriquecedora que me permitió ser testigo de primera mano de la manera en que Maragall y su equipo impulsaban iniciativas ambiciosas para el desarrollo de la ciudad. Sin embargo, también experimenté una importante discrepancia con él: la política lingüística del Ayuntamiento. A pesar del impulso modernizador, la política lingüística se convirtió en un área de desacuerdo profundo. Yo vi claramente sus intenciones y su estrategia de desplazar la lengua común española de Barcelona y, por lo tanto, de Cataluña, lo cual me hizo prever mi futura exclusión como ciudadano catalán.

En esa misma época, denuncié la denegación de mis derechos lingüísticos cuando se me negó la documentación que, como miembro del consejo de administración de Barcelona Activa en representación de la UGT de Cataluña, solicité en lengua castellana. Considero que, en una ciudad que siempre se ha caracterizado por su pluralidad, la exclusión de una de las lenguas oficiales no solo es una limitación, sino también un retroceso para la convivencia. Esta postura supuso mi inmediato cese de ambas responsabilidades y me condenó al ostracismo político tanto en la UGT como en el PSC. Esta experiencia revela que la supuesta "deliberación democrática" que se atribuía a la gestión de Maragall tenía límites significativos, especialmente cuando las posiciones divergían de la narrativa oficial.

El nuevo estatuto de autonomía: un error de bulto

Estos dos hechos marcaron mi giro político y el inicio de una militancia que me llevó a la ruptura con el PSC. De hecho, mi crítica más profunda fue hacia su impulso del nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña, una decisión que, a mi juicio, representó un inmenso error que prefiguró el posterior desvarío del procés. Maragall, siempre ambicioso y comprometido con sus ideales, intentó combinar una visión utópica con el pragmatismo político; sin embargo, esta combinación no siempre tuvo éxito, y el nuevo estatuto se convirtió en un símbolo de la polarización política y social que vendría después.

Luces y sombras de su legado

El legado de Maragall, por tanto, tiene luces y sombras. Fue un político capaz de unir pensamiento y acción en muchos aspectos, particularmente en la modernización de Barcelona, pero en otros sus decisiones dejaron a Cataluña hipotecada, condicionando el futuro político y económico de la comunidad.

Maragall fue un político de grandes ambiciones y visión, pero también un hombre cuyas decisiones a veces tuvieron consecuencias inesperadas y negativas. La combinación de pensamiento y acción que definió su liderazgo, aunque admirable en muchos sentidos, también generó tensiones y errores que todavía hoy impactan a la sociedad catalana. El ejemplo más evidente fue la citada reforma estatutaria, cuyo fracaso prefiguró la polarización y la inestabilidad política que definirían las dos décadas siguientes en Cataluña y que hoy todavía sufrimos. Los que nos opusimos a esa locura fuimos duramente castigados, pero esta experiencia también nos da la legitimidad para criticar su legado. Es importante reconocer y aprender de esas contradicciones para no repetir los mismos errores en el futuro.

Reflexión final

Deseo sinceramente que su estado de salud mejore y respeto su derecho a tomar las decisiones que en su momento consideró oportunas. Sin embargo, no podemos ignorar que el Tribunal Constitucional enmendó el Estatuto, dejándolo en el limbo legal de un texto no refrendado, lo cual muestra la fragilidad de esa iniciativa política. En su momento, hice una crítica pública a su documento Per Catalunya cuando se presentó como candidato a la presidencia, y me postulé como alternativa en las primarias para la candidatura a la presidencia de la Generalitat.

En mi opinión, Pascual Maragall fue un político excesivamente consentido por un partido que falló en su papel de intelectual orgánico colectivo y que ha acabado siendo una potente pero simple oficina de empleo al servicio de un “sanedrín” opaco.


Se adjunta el inicio al hilo de comentarios que Julio Villacorta hace en su cuenta personal de X, en referencia a Pascual Maragall.