"El 47": Un reflejo de la Cataluña doblemente dividida.
"El 47": Un reflejo de la Cataluña doblemente dividida
El 47 es una película que, bajo una narrativa de acción y protesta, se adentra en las tensiones sociales e identitarias que caracterizan la Cataluña contemporánea. La película entrelaza dos historias principales: el secuestro de un autobús como acto de reivindicación colectiva y la lucha interna de la hija del protagonista, que busca su lugar en una sociedad marcada por la división lingüística y cultural. Curiosamente, mientras la crítica se ha centrado en la trama principal, la subtrama personal ha recibido mucha menos atención a pesar de su profundo simbolismo.
El secuestro del autobús: la lucha por los derechos sociales
La trama central de la película sigue a un grupo de ciudadanos que, cansados de la falta de servicios públicos adecuados en su barrio, deciden secuestrar un autobús de la línea 47 como una forma de protesta. Esta acción no violenta representa un grito colectivo por la dignidad y la justicia, y el autobús se convierte en el símbolo de una lucha que va más allá del transporte público: es la lucha de un pueblo que se siente marginado y olvidado por las autoridades.
A pesar de la potencia de este acto reivindicativo, El 47 omite un aspecto histórico clave en la resistencia social en Cataluña: la presencia del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) y de Comisiones Obreras (CC.OO.), las fuerzas que mantuvieron la lucha más visible frente al franquismo. La película deja de lado la relevancia de estos movimientos, mientras introduce de manera simbólica la figura de un joven Pascual Maragall, que aparece acompañando a los secuestradores en una breve escena. Aunque Maragall no fue una figura destacada en esa concreta acción de base, su inclusión puede interpretarse como un homenaje a su papel posterior en la política catalana. Sin embargo, esta licencia creativa del director-guionista desdibuja la realidad histórica, relegando a un segundo plano a los verdaderos protagonistas de esa resistencia. Es justo reseñarlo.
La subtrama personal: la búsqueda de identidad y la lengua materna
En paralelo a la trama principal real, El 47 presenta la historia inventada de la hija del protagonista, una joven que quedó huérfana de madre a una edad imprecisa y que ha sido criada por su madrastra, una exmonja catalana secularizada. Esta figura materna, profundamente comprometida con la enseñanza del catalán, influye en la formación de la protagonista, quien también se enfrenta a su propia lucha interna.
El conflicto personal de la joven se refleja en su preparación para cantar un solo en un concierto del coro, donde la pieza seleccionada es Rossinyol, una canción tradicional catalana cargada de simbolismo cultural. A pesar de sus esfuerzos, la directora del coro no le permite interpretar el solo, lo que genera en la protagonista una sensación de rechazo, como si no estuviera a la altura de las expectativas impuestas por su entorno.
El sorpresivo momento culminante llega al final de la película, cuando, tras la interpretación impecable de Rossinyol por la solista habitual, la joven toma el escenario de manera inesperada. En un acto de desafío y autoafirmación, canta Gallo negro, gallo rojo, una canción en castellano de Chicho Sánchez Ferlosio que tiene una fuerte carga política y emocional, vinculada a la Guerra Civil Española. A través de esta canción, la protagonista encuentra su propia voz, conectando con su lengua materna, el castellano, a pesar de haber sido educada principalmente en catalán.
Este acto final no solo es una rebelión contra la directora del coro, sino una reivindicación de su identidad personal, la cual está profundamente enraizada en la lengua que heredó de su madre biológica, a pesar de que su presencia ha sido casi inexistente. La fuerza de la lengua materna emerge en este momento como un símbolo de resistencia y de memoria, mostrando que, aunque la protagonista fue criada en un ambiente catalanista, su vínculo con el castellano sigue siendo una parte esencial de su ser.
Hasta ahora, la crítica no ha profundizado lo suficiente en esta subtrama, a pesar de su enorme carga simbólica. La lucha personal de la protagonista es tanto un reflejo de las tensiones lingüísticas en Cataluña como una búsqueda universal de identidad. Es, en muchos sentidos, el corazón emocional de la película, un aspecto que merece mayor atención y análisis.
La tensión lingüística: una Cataluña dividida
El director-guionista, Marcel Barrena, ha abordado en entrevistas la "tensión lingüística" que atraviesa la sociedad catalana en el contexto del proceso independentista, y aunque no profundiza en detalles, sus declaraciones revelan la fractura que este conflicto ha generado. El 47 utiliza estas dos tramas —la colectiva del secuestro y la personal de la protagonista— para ilustrar cómo estas tensiones afectan tanto al nivel social como al personal.
El uso de dos canciones en la película refleja las divisiones culturales en Cataluña. Mientras que Rossinyol representa la tradición catalana y una identidad cultural enraizada en la tierra, Gallo negro, gallo rojo se convierte en un grito de resistencia en castellano, una lengua que, en este contexto, también es símbolo de otra identidad política y cultural que a menudo es marginada en el discurso nacionalista catalán.
Conclusión: la resistencia colectiva e individual
El 47 es una película que, a través de la acción y la emoción, presenta un retrato complejo de las tensiones sociales y culturales en Cataluña. El secuestro del autobús de la línea 47 es un acto de resistencia colectiva que pone de manifiesto la lucha por los derechos sociales en una comunidad marginada. A su vez, la subtrama de la hija del protagonista nos ofrece una perspectiva más íntima, y quizás más dolorosa, sobre la lucha por la identidad personal en un contexto de divisiones lingüísticas.
La película, aunque omite ciertos elementos históricos clave, como la importancia del PSUC y CC.OO. en la resistencia antifranquista, logra transmitir la complejidad de la sociedad catalana actual. La fuerza de la lengua materna, a pesar de las circunstancias de la vida de la protagonista, se manifiesta de manera poderosa en el desenlace, subrayando que la identidad personal no se define únicamente por el entorno, sino también por los lazos profundos que nos conectan con nuestras raíces más íntimas.
El 47 nos invita a reflexionar sobre cómo las luchas colectivas y personales coexisten en una Cataluña dividida, y cómo, incluso en medio de estas tensiones, la búsqueda de una voz propia sigue siendo una parte esencial de la experiencia humana.