Añoranza de la España vaciada
Un par de lectores me han echado en cara que falté a mi cita con ellos la semana pasada; efectivamente, y lo siento, pues estaba de viaje por las bellas tierras de Soria, donde se pude comprobar, en vivo y en directo, la situación de esa España vaciada que causa desazón a una mayoría sensibilizada de españoles, entre la que no se encuentran, por supuesto, las clases políticas.
No fue óbice para las reflexiones sobre este vacío una obligada visita al Raso de la Nava de Covaleda, por aquello de ceder un punto a la nostalgia, sentimiento que será fácilmente entendido para los miles de ciudadanos que convivieron, en su juventud, bajo la lona en aquella “catedral de los campamentos”; un recuerdo agradable ha quedado, según varios testimonios, entre los vecinos de la localidad, pero este es otro tema distinto, que dejo para otra ocasión.
Por otra parte, me libré, dada la coincidencia de fechas, con el latazo reiterativo de los actos de la Diada de Cataluña, cuando se confunde, año tras año, y con aviesa intención, lo que fue una guerra de sucesión con otra de secesión; para más inri, este año los eventos estaban trufados con la contienda casera entre Junts y ERC, y, en esta última formación política, con la disputa entre el señor Junqueras y la señora Rovira por ver quién se sienta en el trono y pacta más y mejor con Illa, que dicen que es el president de la Generalidad.
El carácter de estas informaciones me han obligado a sentir una cierta añoranza
Al regreso a Barcelona, me he encontrado con un aluvión de noticias que no sé si seré capaz de ordenar y filtrar en mi mente para que den lugar a artículos semanales; de forma que iré, sin orden ni concierto, intentando plasmar en el papel esta miscelánea; el carácter de estas informaciones me han obligado a sentir una cierta añoranza por mis recorridos por esa bonita parte de Castilla que está en trance de despoblamiento.
En primer lugar, me enteré de la detención en Venezuela de dos jóvenes españoles, vizcaínos por más señas, acusados de algo así como de conspiración y terrorismo contra el régimen de Maduro, como agentes del CNI y en colaboración con la CIA; estamos, al parecer, en uno de esos casos en que la realidad se asemeja o supera a la ficción; como tintinófilo que es uno, aconsejo releer el libro Tintín y los Pícaros, que guarda casi exactas similitudes con la noticia mencionada, siempre que sustituyamos a los detenidos con los personajes de los detectives Hernández y Fernández, con diva Castafiore y, pudorosamente, al general Tapioca por el dirigente chavista venezolano; claro que nos faltaría un general Alcázar, que poco o nada tiene que ver con el señor Edmundo González; por lo demás, el paralelismo con el episodio de Hergé es excelente y sugeridor al máximo.
También he seguido con inquietud las informaciones sobre el aumento de la presión inmigratoria sobre Canarias, así como su correspondiente intento invasivo terrestre en Ceuta y Melilla; como dato añadido, el papa Francisco promete visitar las Islas Afortunadas (él, que aseguró que no vendría a España hasta que nos pusiéramos de acuerdo); es de sabios cambiar de opinión, pero me temo que Su Santidad va a echar más leña al fuego y dividir al personal sobre la cuestión migratoria, salvo que esté de acuerdo en contemplar una Europa islamizada dentro de pocos años.
Una España en almoneda, que inauguró el Estado de las autonomías
Una anécdota curiosa es la reivindicación portuguesa del ministro de Exteriores, señor Nuno Melo, de la localidad de Olivenza, y la consiguiente anulación del Tratado de Alcañices allá por el Medievo; no me extraña en absoluto, pues puede sumarse a la situación que estamos viviendo de una España en almoneda, que inauguró el Estado de las autonomías y ya está en época de rebajas con el actual presidente de Gobierno.
En el orden internacional, he respirado con alivio al enterarme de que el blanco del segundo atentado en EE.UU., a poco tiempo del primero, ha sido el señor Trump y no la señora Kamala Harris, con lo que nos hemos ahorrado un presunto bombardeo de los medios afines, que son casi todos, sobre el riesgo evidente del terrorismo de la internacional fascista, cosa que siempre da mucho juego y proporciona sabrosos comentarios a los tertulianos del lugar.
Con este panorama informativo, me dan ganas de regresar a los pinares sorianos y compartir soledad con otros jubilados con los que pude departir en estos días pasados. No lo voy a hacer porque, para contrarrestar este aluvión de insensateces, me he encontrado con que mis nietos han vuelto a sus aulas, sean de Primaria y de Guardería (o como demonios se llamen ahora), y confío en ir a abrazarlos a la salida escolar, cuando ya se han sustituido las lógicas llantinas de mamitis de estas fechas iniciales curso con la alegre algarabía del reencuentro con sus compañeros de junio.