Opinión

¿Qué extraño maridaje existe entre la izquierda radical y el islamismo?

La respuesta solo puede ser una alianza basada en el odio a Occidente y, en nuestro caso, a España; no solo es relativismo de valores, sino apuesta clara por formar un frente común contra las raíces europeas y españolas, que son inequívocamente cristianas, pese a quien pese.
2024-12-23-Parra-1w

Un extraño maridaje.

Algunas localidades españolas no instalarán en sus plazas el tradicional pesebre navideño; todo lo más, engalanarán calles con luces y otros adornos, siempre procurando que entre ellos no se contengan símbolos específicamente cristianos y, por tanto, sirvan, en su neutralidad, para un roto y para un descosido, como fiestas mayores (sin precisa advocación en el santoral), homenajes a un equipo de fútbol, ferias y otros eventos.

En el mejor de los casos, se acudirá, con mesura, a alegorías de importación globalizada, como papanoeles o renos volantes; eso sí, cajas de regalos y los lazos que las circundan mantendrán la siempre ávida ilusión infantil para no desdecir de esa “magia” con la que —como decía en el artículo anterior— se sustituye el 'Milagro del Nacimiento del Hijo de Dios'; a poco que nos fijemos, esa decoración suele estar preñada de una cursilería que levanta ampollas desde una perspectiva puramente estética.

Hay un antecedente histórico que la memoria democrática silencia: cuando en la España regida por el Frente Popular se proscribieron las celebraciones de la Navidad y de los Magos de Oriente y se sustituyeron por una Semana del niño, lo cual también era una completa cursilería. Solo se salvaron los personajes populares autóctonos en algunos lugares, como el Tió Nadal en Cataluña o el olentzero en Vasconia, reducidos a los ambientes campesinos.

Aconfesionalidad no equivale a laicismo; ni a rendir pleitesía a otras creencias religiosas no cristianas.

Volviendo a la actualidad, las razones que aducen alcaldes y ediles políticamente correctos es la de “no molestar” a quienes profesan otras religiones; algunos de ellos, incluso, echan mano de la Constitución —aún vigente— y explican que, según el artículo 16.3. «ninguna confesión tendrá carácter estatal», siempre confundiendo que esta aconfesionalidad no equivale a laicismo; ni, mucho menos, a rendir pleitesía y sumisión a esas otras creencias religiosas no cristianas, para no mencionar específicamente a los musulmanes.

Vamos a respetar, cómo no, a quienes viven entre nosotros y no son cristianos; por lo menos ellos mantienen su fe a machamartillo, cosa que no ocurre en ambientes europeos de tradición creyente, pero también quienes han llegado a ellos deben respetar algo que, por lo menos, pertenece a la cultura de sus lugares de acogida. El valor de la tradición se impone, aun entre descreídos, pues, como decía Chesterton, ella es la democracia de los que nos precedieron; claro que es imposible que Urtasun —por poner un ejemplo sin malicia— sepa quién es Chesterton, y a lo mejor se le ocurre que fue fusilado por el franquismo…

Es consecuente con la omisión de la expresión feliz Navidad, sustituida por un ambiguo felices fiestas.

El celo de nuestros munícipes se debe de forma inequívoca a una actitud vergonzante hacia nuestros propios valores y a esa extraña veneración hacia los islamistas; es consecuente con la omisión de la expresión feliz Navidad, sustituida por un ambiguo felices fiestas; del mismo modo, nunca se han avenido a felicitar la Pascua de Resurrección, pero se despepitan por hacer oír su voz en cumplimentar el Ramadán, quizás en espera de un aumento de sus votantes.

¿Qué extraño maridaje existe entre los sectores de la izquierda radical y el islamismo, ese que se va extendiendo por el Próximo Oriente y África, además de por Europa? Si lo examinamos de forma desapasionada, pocos puntos de contacto pueden existir entre quienes dicen llevar en su ADN la defensa de los trabajadores y una lucha en pro de la libertad, la igualdad y la justicia, y la sharía que pretende controlar toda la vida pública y privada de forma teocrática. ¿Cómo es posible —por seguir con las preguntas— que el feminismo radical y la ideología LGTBI (ya sin la Q, por decisión socialista) nunca levanten su voz ante la absoluta discriminación de la mujer y la permanente amenaza para la homosexualidad en los regímenes islámicos? ¿Cuáles son los puntos de unión entre ambas posturas tan contradictorias para un ciudadano un poco pensante?

No solo es relativismo de valores, sino apuesta clara por formar un frente común contra las raíces europeas y españolas.

La respuesta solo puede ser una alianza basada en el odio a Occidente y, en nuestro caso, a España; no solo es relativismo de valores, sino apuesta clara por formar un frente común contra las raíces europeas y españolas, que son inequívocamente cristianas, pese a quien pese.

En 2004, el entonces cardenal Ratzinger lo escribió de forma inequívoca: «Europa…parece vaciada por dentro, como paralizada en una crisis circulatoria, una crisis que pone en peligro su vida, confiándola a trasplantes que borran su identidad (…). Aquí nos encontramos con un odio de Occidente a sí mismo, que es muy extraño y que solo puede considerarse como algo patológico».

La izquierda radical —y algunos de la templada y sus contemplativos opositores—, en ocasiones adolecen de ese odio; odio a las raíces religiosas y culturales que sobreviven entre nosotros a pesar de las ofensivas constantes.

Las ocultaciones del auténtico sentido de la Navidad.

Ahí debe buscarse la razón de este extraño maridaje, las ocultaciones del auténtico sentido de la Navidad, los silencios ante la vulneración de los derechos humanos, ante el sometimiento de las mujeres y la amenaza de la pena de muerte hacia los homosexuales, y tantas otras cosas… Ahí radica la base de aquella curiosa alianza de civilizaciones que proponía el insigne señor Rodríguez Zapatero.

En fin, en pocas horas será Navidad, y no creo ofender a nadie si deseo felicidad, alegría y paz a todos los lectores, en consonancia con el mensaje angélico que se escuchó hace siglos en Belén y que es válido para todos los tiempos.

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