Las elecciones en Cataluña, ¿son verdaderamente democráticas?
Jordi Pujol se hizo con el poder democráticamente, desde luego ¿Pero continuó habiendo democracia de manera plena en Cataluña después de la llegada al poder de Pujol?
Veamos el sentido de esa pregunta: si bien Pujol no ocultó nunca por completo su nacionalismo, lo disfrazó, inicialmente, de catalanidad: vendía el reconocimiento de un hecho diferencial catalán, el refuerzo de la identidad como comunidad, el mayor grado de autogobierno posible (de acuerdo con el estado de las autonomías); pero daba a entender que todo ello siempre dentro de España, o sea, sin cuestionar abiertamente, en esos momentos, la integración de Cataluña en España.
Daba a entender que era catalanista, pero no secesionista: «Protejo y fortalezco lo mío, pero como parte de España y contribuyendo activamente en la mejora de España». Camboismo en apariencia.
Buena parte del electorado compró ese designio; lo de una comunidad que, integrada en España, vigoriza al máximo sus señas identitarias, su idiosincrasia, lo propio, la catalanidad.
Pero Pujol desarrolló políticas claramente nacionalistas, de nacionalización de Cataluña, de construcción nacional, que incluso recogió en un documento maestro de actuación, conocido como El Plan 2000, que fue implementando sin prácticamente contestación durante décadas (y que continúa desplegándose en el momento presente con plena operatividad) y con el que consiguió que el nacionalismo penetrara en el tejido social catalán en buena medida.
La implementación de ese programa de ingeniería social desde el poder autonómico ha influido en ese crecimiento considerable de posiciones secesionistas
No hay duda de que la implementación de ese programa de ingeniería social desde el poder autonómico ha influido en ese crecimiento considerable de posiciones secesionistas. Ya tenemos la primera distorsión que puede afectar a un proceso electoral. ¿Podemos decir que hay verdadera democracia en Cataluña?
El segundo elemento distorsionador es que esa ingeniería social persiste con plena operatividad y se les permite seguir haciéndolo. En la actualidad, por diversas coyunturas, los distintos gobiernos centrales no han tenido la voluntad de contrarrestar este estado de cosas.
Desde el poder, el movimiento secesionista, en realidad, lleva haciendo campaña electoral todo el año
Por ello, desde el poder, el movimiento secesionista, en realidad, lleva haciendo campaña electoral todo el año; prácticamente desde los años 80 del siglo pasado, gracias al control del sistema educativo, de la televisión pública autonómica y, vía subvención, de medios de comunicación, universidades, colegios profesionales, sindicatos, patronales, clubs deportivos, asociaciones culturales y recreativas, en definitiva, de entes públicos y de entidades cívicas, que además han parasitado y zombificado al colocar a individuos secesionistas en cargos directivos y puesto al servicio de la difusión del secesionismo.
O sea, el secesionismo se hace con el poder y, una vez que se ha hecho con el control, tiende a perpetuarse, al hacer una clara apología de la ideología secesionista, mediante diversos mecanismos, pero gracias a ese poder ⎼desde el poder⎼. Algo característico de los regímenes totalitarios.
Ante este hecho, podría decirse que la opción secesionista, los partidos secesionistas, parten con cierta ventaja en un proceso electoral.
Claro, si el gobierno autonómico es una maquinaria electoral en sí, a tiempo completo, que bombardea a los ciudadanos permanentemente ⎼día sí y día también⎼ con propaganda sobre una de las opciones electorales; si la mera existencia de ese gobierno es apología de la secesión, pues cabe preguntarse, entonces, si podemos hablar de un proceso plenamente democrático; de si el resto de opciones políticas concurren a las elecciones en igualdad de condiciones.