Arte | Opinión

Dalí, Santiago el Grande y el Camino

La cabecera elegida para felicitar el Día del Apóstol Santiago recoge un fragmento de la obra de Salvador Dalí titulada Santiago el Grande. Sobre esta obra, Pilar Corredoira, historiadora de Arte Contemporáneo, escribió este artículo en el digital El Diario de Madrid...
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Santiago el Grande (1957), es una pintura de Salvador Dalí, de considerables dimensiones que forma parte de las colecciones de la Beaverbrook Art Gallery, de la ciudad canadiense de Fredericton (New Brunswick).

La obra se incluye dentro de la etapa denominada “místico-nuclear”, que el artista inicia a mediados de los años cuarenta. Ese interés tiene que ver con un acontecimiento dramático que sobrecoge a la sociedad internacional en agosto de 1945: los bombardeos atómicos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

Siendo muy joven Dalí ya sentía una viva curiosidad por las cuestiones científicas que pasan a formar parte de sus conocimientos; posteriormente, establecerá relaciones entre la ciencia, la religión y el arte. Esas materias seguirán presentes en su pensamiento, se verán reflejadas en su ”Manifiesto Místico” (1951) en el que alude claramente a la relación ciencia-religión, un concepto que desarrollará a su modo y cuyos resultados se verán plasmados en su pintura.

Cabe citar entre las obras realizadas en ese periodo, La Madonna de Port Lligat (1951), Corpus Hipercubus, (1954), o, La Última Cena (1955). En ellas, traslada el sentimiento místico-religioso y hasta su fuerte sentimiento patriótico a las composiciones marcadas por la geometría.

En Santiago el Grande, se manifiestan los resultados de sus indagaciones; la figura sobre el caballo, se eleva hacia el cielo en medio de una bóveda celeste nervada; porta una espada con la imagen de Cristo crucificado, en defensa simbólica del territorio, representado por el mar y las rocas de la costa de Port Lligat. Toda una iconografía de raíces hispanas inspirada en el sueño de Ramiro I y la leyenda de la Batalla de Clavijo, sustentada en los conocimientos científicos, descrita con la simbología propia. La explosión de los cuatro pétalos de jazmín, la flor preferida de Dalí, Gala ataviada con una túnica, situada en la parte inferior derecha, o la representación de las conchas de vieira, conviven en un espacio local y universal.

Dalí sintió una especial fascinación por los temas xacobeos, por la historia milenaria del Camino. Existen datos y manifestaciones escritas acerca del fuerte deseo de peregrinar a Compostela, que llevaría a cabo siguiendo las indicaciones de la Vía Láctea.

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