De la noche a la mañana nos hemos despertado de un maravilloso sueño europeo. 80 años ha durado. No ha habido generación más privilegiada en la historia de la humanidad que la surgida de la posguerra. Junto a la de sus hijos y nietos. Aquella paz que surgió de dos espantosas guerras civiles europeas nos ha proveído de prosperidad, libertad y un sistema democrático como modelo político universal. Es la generación de los Derechos Humanos, de la ONU, de la sociedad del bienestar, y de innumerables organizaciones humanitarias.
Esta generación de la UE es la primera que olvidó para qué sirven los ejércitos porque no los ha necesitado. Para eso estaba EE.UU. y la OTAN. Olvidando que ésta solo era la organización militar que necesitaban los norteamericanos para mantener a raya a la URSS comunista y garantizar su hegemonía económica mundial. Por eso consentía en costear la mayor parte, lo que, en buena lid, nos correspondía a los europeos en paridad. Pero estábamos muy ocupados en cultivar la poesía y la buena conciencia de la no violencia y la paz universal. ¡Qué fácil es predicar la paz cuando otros te garantizan la seguridad!
Los hijos y nietos de esa generación de la UE se comportan como niños malcriados. Estamos demasiado consentidos para regazarnos. La tragedia de Ucrania es la última evidencia. Apoyar económicamente lo imprescindible para mantener a raya a Putin con los muertos ucranianos, pero sin arriesgar un ápice la balanza comercial, ni la propia seguridad. Para eso estaba Norteamérica. Y ahora la acaba de ocupar un déspota. Nos hemos quedado compuestos y sin novia.
Una pandilla de tribus incapaces de ponerse de acuerdo como adultos.
Nuestro complejo de superioridad intelectual europeo siempre ha mirado por encima del hombro a los yanquis. La misma superioridad de la vieja aristocracia venida a menos frente a la pujanza económica de la burguesía, a la que despreciaba. En eso se ha convertido hoy Europa, una pandilla de tribus incapaces de ponerse de acuerdo como adultos. El mismo nacionalismo que provocó las dos guerras mundiales, impide ahora tomar conciencia real de su insignificancia. Si no dejan de lado sus pequeñas diferencias étnicas y actúan contra ese orangután que se acaba de adueñar de la presidencia del mundo libre, acabará en pesadilla. El estrecho de Panamá, Canadá, Groenlandia, el resort para Gaza sin gazatíes, amenazas comerciales, desprecios a los aliados europeos, mentiras ucranianas, blanqueamiento del asesino Putin, autocoronación como sátrapa mundial… "yo evitaré la tercera guerra mundial". Delira, es peligroso. Él es la peste, un peligro para el mundo. ¿Qué hace Abascal con él?
La realidad depredadora de estas últimas horas nos recuerda la naturaleza violenta y cruel del ser humano. Trump y Putin no son la excepción, son la regla. ¿De dónde han salido? ¿A dónde pretenden llevarnos? Contestar estas dos preguntas podría ser más provechoso que enzarzarnos en aspavientos diarios contra todas sus fechorías. Las de las últimas horas y las futuras.
Es evidente que nos quieren llevar a gobiernos autocráticos, restaurar el derecho de conquista. Quieren ser los sepultureros de las democracias liberales occidentales. Sin mala conciencia, sin esconderse, pero hablando en su nombre. El colmo de los disparates. No los comparen con los nazis para evitarse pensar la complejidad, aunque el mangoneo nos recuerde con escalofríos la ocupación de los Sudetes y el derecho al espacio vital de Hitler. La cosa es más cínica. Trump y Putin pretenden instaurar gobiernos autocráticos. Con mentiras y buena conciencia. Es la ola que amenaza convertirse en tsunami, y que en cada país se manifiesta con características propias. Todo muy tribal. Trump no es lo mismo que Maduro, pero los dos se comportan como matones de taberna; Putin o el Gobierno de Irán son muy distintos, pero los dos están dispuestos a acabar con sus enemigos por cualquier medio.
No hay modelos, hay estrategias de poder.
Los países, las sociedades y las sociologías cambian, pero la nueva ola autoritaria tiende a la autocracia adaptándola a las circunstancias de cada país. No hay modelos, hay estrategias de poder. Eso no se puede despachar con la simpleza de llamar ultraderechistas, o comunistas a los que no nos caigan bien. Es algo mucho más insidioso. No se fijen en las ideologías, éstas sólo sirven para vender la mercancía mejor. Y con un mismo propósito, ejercer el poder de forma autoritaria, y si pueden, sin formas ni reglas democráticas. El progresista Petro, el conservador Erdogán o el populista Maduro. Tan distintos y tan idénticos. Eso mismo se puede aplicar al gobierno de EE.UU. y España con dos dirigentes aparentemente diferentes, Trump y Sánchez.
En apariencia, Pedro Sánchez es el reverso de Donald Trump, cuando en realidad son una misma moneda, pero de una sola cara, la cruz. Trump es un broncas, Sánchez un jesuita. Dos tipos soberbios con actitudes teatrales distintas, uno con las propias de un matón de taberna, el otro, con la viscosidad de las serpientes. El primero sin importarle un rábano la mirada de los demás, el segundo, obsesionado por amoldarla a su narcisismo. Los dos letales e insolentes. El primero chulo, el segundo chulo y cínico. Uno se dice liberal y se comporta como un iliberal, el otro, va de izquierda progresista, y gobierna con la derecha xenófoba nacionalista y la izquierda dogmática. Aunque Sánchez se empeñe en mostrarse como el reverso de Trump, lo que busca es empañar el espejo, porque la imagen que le devuelve le resulta insoportable para su parroquia. Los dos desprecian la separación de poderes, y los dos pretenden colonizar las instituciones. Uno y otro se comportan como tiranos. Con los suyos y con el resto.
Ahora habrá que pagar las consecuencias de tanto consentimiento.
¿Por qué esta ola de autoritarismo? La ideología woke, queer, la posmodernidad, la flacidez de generaciones consentidas… no son el antídoto, sino la causa. Es su relativismo nihilista el que nos ha traído a Trump y esta ola de autoritarismo. Ahora habrá que pagar las consecuencias de tanto consentimiento. Y esto no se soluciona con más presupuesto militar, que también, sino devolviendo a la escuela, esfuerzo, valores, tolerancia, conocimientos, respeto a la historia… y a las RRSS, limpiarlas de basura y anonimato. Eso no se improvisa con mayores presupuestos, sino con conciencia del problema y generaciones dispuestas a sacrificarse. ¿Cómo sobrevivir entre los dos extremos?
CODA: con éste matón en la Casa Blanca, por primera vez en la historia peligra la limitación de mandatos en EE.UU.
La tribu europea, por @antonio_robles1 https://t.co/o9kjHY6Vq8 vía @libertaddigital
— Antonio Robles (@antonio_robles1) February 20, 2025