Las efusiones del populacho independentista siempre han tenido un notable componente friki, pero últimamente las cotas de extravagancia han crecido de manera exponencial, hasta el punto de suscitar entre las personas cabales una cierta alarma social.
- Yo diría que la evolución hacia el disparate total empezó con Joan Porras --en arte Joan Bonanit-- y con aquella mujer rubia de cabello corto y mantón de Manila que le bailó descalza una especie de aurresku a la catalana a nuestro presidente suplente en ya no recuerdo qué ceremonia fundamental.
- Si nadie le preguntaba al chaval que iba cada noche a Lledoners a arropar con su voz y su megáfono a los héroes de la república encarcelados si era tonto de baba o no se echaba novia ni a tiros, y si a nadie se le escapaba la risa mientras la danzarina patriótica daba saltitos delante de las autoridades es que en Cataluña, ya se podía hacer cualquier cosa en nombre de la independencia: el legendario temor de los catalanes a hacer el ridículo había pasado definitivamente a la historia.