La llegada de Salvador Illa a la presidencia de la Generalitat de Cataluña con el lema “unir y servir” no amplió las justas expectativas sobre un cambio en la política educativa en Cataluña. Su gestión revela un balance desolador. En un momento en que la educación necesita respuestas efectivas y coherentes, Illa ha demostrado ser incapaz de articular un plan educativo claro y ambicioso que aborde las necesidades y la igualdad educativa del alumnado que vive en una sociedad cambiante y bilingüe.
Suponemos que para el presidente “unir y servir” significa priorizar el uso del catalán como lengua vehicular en las escuelas y dejar que el español, la lengua común de todos, se perpetúe únicamente como asignatura. El señor Illa y la legión de consejeros, expertos y asociaciones con ánimo de lucro que lo acompañan argumentan que el sistema de inmersión a golpe de imposición produce unos resultados tan benignos para el alumnado que este enfrenta pruebas internas y externas con éxito abrumador y se consigue cohesión social en Cataluña y se protege el catalán. A la vista han quedado los éxitos.
En lugar de presentar iniciativas innovadoras y estructurales, optó por soluciones superficiales.
Desde el inicio de su mandato, la política educativa de Illa ha estado marcada por la indecisión y la falta de dirección. Si bien proclamó compromisos con la igualdad de oportunidades y la mejora de la calidad educativa, las acciones concretas brillan por su ausencia. En lugar de presentar iniciativas innovadoras y estructurales, optó por soluciones superficiales que no abordan las raíces del problema. La calidad educativa y la igualdad de oportunidades no se solucionan con listas de 154 medidas diseñadas por supuestos expertos, ni con palabras vacías como las de afirmar que la defensa del catalán como lengua vehicular en la educación no es un ataque contra el castellano ni contra ninguna otra lengua, sino una medida para preservar y promover el uso del catalán en todos los ámbitos de la sociedad.
¿Cómo ayudan estas palabras a los niños de primaria recién llegados, hispanohablantes o no, a gestionar de manera óptima su formación en una lengua que no entienden? Los problemas que conlleva una inmersión obligatoria exclusivamente en catalán se multiplican si nos referimos a alumnos con necesidades educativas específicas.
La necesidad de un enfoque equilibrado que respete el derecho de los estudiantes a recibir una educación en su lengua materna ha sido ignorada en gran medida. Illa no contempla, igual que su antecesor, la diversidad lingüística de la comunidad, lo que ha llevado a una polarización social y a un aumento de tensiones que, por añadidura, las instituciones autonómicas y también las estatales no quieren reconocer.
Dejando a un lado el tema lingüístico, la educación en Cataluña adolece de otras muchas cosas.
La falta de inversión en infraestructuras educativas, en aumento del profesorado, en supresión de centros de educación especial, son claros ejemplos de esta inacción y desidia. Escuelas en mal estado, con recursos insuficientes y espacios reducidos para alumnos son la norma en muchos municipios catalanes. Illa, en lugar de discutir la necesidad de un presupuesto más elevado para la educación, se ha conformado con una retórica vacía que no traduce en mejoras tangibles hasta el momento.
Las políticas de “meritocracia” promovidas en su gobierno son un engaño que perpetúa las brechas existentes. En lugar de generar oportunidades, estas políticas benefician a los más privilegiados y renuncian a la responsabilidad de asegurar que cada niño tenga las mismas oportunidades de éxito. Las familias de entornos desfavorecidos siguen luchando por acceder a recursos, tutorías y apoyo.
En una era que exige una adaptación constante a los cambios del mercado laboral, el enfoque de Illa hacia la formación profesional ha sido, en el mejor de los casos, mediocre. La falta de una estrategia ambiciosa que integre la educación académica con la empresa ha dejado a muchos jóvenes catalanes sin las herramientas necesarias para competir en un entorno laboral cada vez más exigente.
Las acciones implementadas son más simbólicas que sustanciales.
Sobre el fomento y mejora de la Formación Profesional, las acciones implementadas son más simbólicas que sustanciales. Las iniciativas para conectar a las empresas con los centros educativos y fomentar el aprendizaje práctico no han despegado. Sin un plan claro que integre la educación técnica y profesional en la narrativa educativa de Cataluña, el futuro laboral de muchos jóvenes se ve amenazado.
La desconexión de Illa con la realidad social ya se hizo evidente en su manejo de las nuevas exigencias educativas durante pandemia cuando se evidenciaron más intensamente las carencias del sistema educativo y la urgencia de adaptarse a nuevos métodos de enseñanza. En lugar de aprovechar esta oportunidad para transformar y modernizar la educación, Illa se limitó a reaccionar de forma esporádica, sin una visión clara de hacia dónde dirigir el sistema educativo catalán.
Sin el apoyo y los recursos necesarios para estar a la altura de los retos del siglo XXI.
En cuestiones como la digitalización de la educación, su respuesta fue tibia y dispersa. En un momento en que la tecnología se ha convertido en una herramienta esencial para la enseñanza, su política fue demasiado complaciente, dejando a profesores y estudiantes a la deriva, sin el apoyo y los recursos necesarios para estar a la altura de los retos del siglo XXI.
Por supuesto, no sabemos todavía cuál será el legado educativo de Salvador Illa como presidente de la Generalitat, pero hasta ahora solo podemos contemplar un balance de ineficacia y desinterés. La crítica a su gestión no trata solo de señalar errores, sino de exigir una reflexión profunda sobre lo que Cataluña necesita para garantizar una educación de calidad para todos sus ciudadanos. Para conseguir calidad tiene que darse, sí o sí, una transformación radical del modelo y una actuación decidida y responsable que se enfrente a la realidad existente, no a una ensoñación o un deseo.
La política educativa de Salvador Illa: un balance desolador, hasta ahora.
— elCatalán.es (@elCatalan_es) December 25, 2024
Nos lo detalla, Berta Romero.https://t.co/9qELKt2WaA