Ya hablamos en el anterior artículo de la más importante, la de Cartagena de Indias, con su héroe Blas de Lezo, pero recordemos que antes de ese 1741 los ingleses y franceses la habían intentado atacar para hacerse con la ciudad hasta ¡18 veces!, fracasando siempre. Y con esta efusión de victorias, las ya mencionadas y las que quedan por narrar, no intentamos hacer patrioterismo facilón, incluso llegando al victimismo, no, España también fue y es culpable; sin ir más lejos, ahora, defendiendo políticamente y en universidades la leyenda negra, en el s. XIX y XX, de haberse aliado con nuestros enemigos anglosajones y franceses y de EEUU. Pongamos algunos ejemplos:
Desde la exclusión del Plan Marshall, tras la Segunda Guerra Mundial, en 1947, después de la agotadora guerra del 36-39 venciendo al comunismo, hasta la sucesión de Franco, preparada por EE.UU. con don Juan Carlos, o la implicación de Henry Kissinger en el asesinato de Carrero Blanco; la política de favorecer a Marruecos, con la Marcha verde en el Sahara; y Gibraltar, que contra la decisión de la ONU (como el caso del Sahara) que junto con las Malvinas son las únicas colonias que quedan en el mundo, ambas hispánicas y ambas detentadas por el Reino Unido, pese a su carácter de narcotraficante más importante del mundo, como es Gibraltar. Y esto, si no agregamos otros casos como el atentado del 11-M. de 2004, complot involucionista cuyo propósito no era otro que empobrecer y atrasar la sociedad hispánica, que era el culmen de su venganza desde la Guerra de la Independencia contra Napoleón, el objetivo de nuestros enemigos como golpe final a la España católica tras instigar, propiciar, facilitar, subvencionar y financiar la independencia durante todo el s. XIX de nuestras provincias americanas de ultramar.
Y todas estas intervenciones en contra de España, por parte de EE.UU., después del esfuerzo invertido por los españoles, con la ayuda económica y militar a EE.UU. en su Guerra de Independencia contra los ingleses; e ese efecto recordemos a Bernardo de Galves, español que en la zona de Florida luchó a favor de la independencia y ahora ha sido condecorado por el presidente Barak Obama como ciudadano ejemplar estadounidense. ¿No suena a traición, todo el intrusismo relatado? Pues sí, y es que EE.UU. no deja de ser la masonería y el protestantismo heredados del mundo anglosajón.
Entrando en el tema, recordemos que, desde el principio, además de la astucia para pactar con los indígenas, tanto contra los aztecas, como contra los incas, por parte de Cortés y Pizarro respectivamente, lo que como estrategia permitió las dos grandes conquistas, luego hay muchas luchas concretas, incluso en la creación de ciudades (llamadas misiones), muchas veces con enfrentamientos iniciales con los indígenas, y pactos posteriores que daban lugar a la convivencia y al mestizaje.
Unas de las primeras fueron la Guerra Chichimeca, 1550-1590, que empezó nueve años después de la Guerra del Mixtón, contra los españoles. Fue mezcla de diplomacia y religión, a través de los “presidios” (viene de “presidir”) y “misiones”, para consolidar la paz en la frontera. Los chichimecas tendían emboscadas al amanecer o al atardecer (parece que el término chichimeca tiene su origen en los aztecas) eran grupos nómadas del norte en los siguientes lugares: Zacatecas, Aguascalientes, San Luis Potosí y norte de Jalisco y Guanajuato. Durante la colonización del centro-norte de Méjico.
El profesor Jorge Luis García Ruiz, español que lleva nueve años residiendo en América, en una conferencia en la Asociación Cultural “Héroes de Cavite”, nos comenta su libro Presidio. Comienza denunciando que Hollywood nos ha contado una conquista que nada tiene que ver con la que hicieron los españoles 200 años antes. Y es que, aunque la conquista de Cortés fue militar, después fue una conquista poblacional y espiritual al mismo tiempo, a través de las misiones. El presidio es una policía que protege, de los indios enemigos, a los grupos hispanos que, itinerantes, buscan fundar una misión. Es un modo de conquista lento; así se cristianiza el territorio y los indios lo aceptan, porque están culturalmente 4.000 años atrás, en la prehistoria, y mejoran con la ayuda de los españoles (más de la mitad, ya mestizos) y que además los protegen de los indios agresivos (los apaches) que los saquean continuamente.
Este sistema de presidios español, heredado de los romanos, lo implantó el virrey Enríquez (1564), y tras los ataques indios a las comitivas comerciales con ganado, lo importó allí. Para territorios como Tejas, con una extensión el doble de la de España, la cantidad de militares nunca pasó de las cien unidades. La mayoría eran grupos pequeños como los cuatro soldados que defendían las postas del camino, hasta el presidio de Santa Fe que podía tener cerca de cien soldados. Era una especie de Guardia Civil de ahora, pero fue un sistema muy eficaz para combatir especialmente los saqueos que intentaban un grupo no muy numeroso de indios, y que duró hasta unas décadas después de que España se fuera en 1821.
Falta decir que, ante la intransigencia de los ataques de saqueo de los indios, que impidió la expansión española más allá de Santa Fe, los españoles, limitados además por las Leyes de Indias que impedían maltratar a los indios, ensayaron una técnica que les funcionó: regalarles a los indios lo que éstos les robaban y así, con esta especie de tributo, dejaron de hacerlo y la convivencia o coexistencia duró un par de siglos. Agregar que los apaches, que eran tres o cuatro mil, eran los más beligerantes; incluso etimológicamente los indios zuñi dicen que apache es igual a enemigo. El caso de Jerónimo, jefe de los apaches, cristiano que hablaba español, es al menos un siglo y medio después (1829-1909).
Pero los españoles también se equivocaron, Juan de Oñate 1550-1616, conquistador de Nuevo Méjico en 1598, se equivocó al hacer una conquista militar y sin defender a los indios pueblo contra los apaches y comanches durante un siglo. Antes Gaspar Castaño de Sosa sí que hizo una conquista poblacional y espiritual con los indios pueblo que vivían en Rio Grande y eran más civilizados, usaban ya horno para el pan, en casas de adobe y tejían algodón. Lo de Oñate, en cambio, llevó a que en 1680 se aliaran contra los españoles y que el general Otermin (héroe español de los menos valorados) se retire del asedio de los indios durante nueve días que causó 450 muertos españoles, masacrados en sus casas, y los que consiguen escapar se refugian en el palacio del gobernador; asediados allí, al cabo de unos días salen a luchar hasta morir, son 25 soldados y mil refugiados sin comida ni agua, en la batalla en la zona de Santa Fe, mueren 400 españoles y 400 indios (Los historiadores de EE.UU. dicen que los indios no hicieron nada. Los que quedan huyen al Sur desde Santa Fe hasta El Paso y recogen a otros 1500 refugiados y se establecen en El Paso. Del censo de 2.500 refugiados, sólo hay 20 que sean de ciudad de Méjico o de la Península. Así que son indios cristianizados, negros, mulatos, mestizos los 2500 que escaparon de la revolución indígena. Este documento constata la verdad frente a la leyenda negra.
Otra batalla: los ingleses no aparecen hasta 1700, pero Francia sí que estuvo en la zona como enemigo de España. Y es en el caso de Tejas donde hubo una intrusión francesa que resultó un tremendo fracaso El señor denominado el Caballero de la Sal convence a su rey. y junto a un traidor español, el señor Peñalosa que había sido gobernador de Nuevo Méjico, para subir por el río Misisipi y conquistar la Nueva España, pero el francés que no conocía el territorio, creyó que el río Grande y el río Bravo eran el mismo, y buscando la desembocadura del supuesto Misisipi, se pasan la desembocadura real y se estrella contra la costa, donde creían que estaba la desembocadura de este río Grande Misisipi. Se quedaron allí los barcos rotos y murieron por la viruela que había sido importada por los franceses. Y dos o tres años después, una gran población de indios tejanos, también murió de viruela.
Acabamos hoy con la narración breve de la batalla del Puerto de Cavite (Filipinas). Ya contamos que Filipinas fue conquistada con 300 soldados tlaxcaltecas en 1565; y que años más tarde en 1582, Felipe II volvió a confiar en sus soldados tlaxcaltecas para sofocar una invasión de coreanos y japoneses que habían tomado Filipinas.
El que narramos ahora fue un combate naval ocurrido el 10 de junio de 1647, durante la Guerra de los Ochenta Años, en la bahía de Manila en la que la flota española derrotó a las provincias unidas de los Países Bajos. Victoria decisiva española. Mencionemos también el motín de Cavite, en 20 enero de 1872, cuando a los trabajadores les descontaron de su paga los impuestos y una multa por estar exentos sus salarios del trabajo forzado. Fue la primera represión del embrionario movimiento nacionalista filipino. Y ya en 1898 tuvo lugar la derrota naval (supuesta, como ya explicaremos otro día) a favor de EEUU. Con pérdida de todos los barcos españoles, con 60 muertos y 222 heridos en la escuadra, y 17 muertos y 49 heridos en el arsenal. El almirante George Dewey fue ascendido a contralmirante.