Presumir y jactarse de lo bien hecho es mostrar un orgullo sano, pero alardear de algo, cuando siempre estás haciendo lo contrario es lo más vil y mezquino: retratarte al contrario de lo que eres, propagar siempre la eterna mentira sobre tus actos… y es que esto es lo que han hecho siempre los anglosajones, porque al confundir lo material con lo espiritual, creen que, siendo ricos, son los preferidos de Dios. Hoy vamos a denunciar a esta ideología que es la cruz del cristianismo, la cara oculta del mal, que desde el principio del mundo va contra el orden natural creado por Dios; y lo haremos de la mano de su máximo experto, desenmascarando a la masonería, el profesor Don Alberto Bárcena y su libro “Iglesia y Masonería”
Los anglosajones que rompieron la Iglesia en el s.XVI y pasaron a llamarse protestantes están confabulados con la masonería, cuyo príncipe de la Luz es Lucifer, y su símbolo la culebra, sí, la del Génesis que dio a probar la manzana a Eva, tentándola con el secreto divino, que estaba tras la prohibición de “comer de la fruta prohibida” y éste era “que serían iguales a Dios, si comían”. Está pues muy claro que se trata de una concepción anticristiana, que trata de ensoberbecer al hombre enorgulleciéndolo de su perfección. Por su materialismo, los masones se han pasado todo el tiempo luchando contra los españoles que siempre, según nuestra fe cristiana hemos relativizado el dinero (el materialismo) y hemos reverenciado la espiritualidad cristiana, practicando el amor al prójimo, sin importar raza, ideología o cualquiera otra diferencia… Ama al prójimo como a ti mismo ¡Y no hay más!
Sin embargo, la masonería, se disfraza como una doctrina que busca perfeccionar al hombre (su propaganda se reviste de símbolos constructores como la paleta del albañil, la escuadra o el compás) conduciéndolo para alcanzar con el estudio, la sabiduría oculta, como diría Zapatero, “lo que verdaderamente es digno de adoración es el hombre” (el hombre gracias a su inteligencia es Dios). Su abuelo en la guerra ya era masón, se puso el nombre de Rousseau y alcanzó el grado 33. Así reza la definición de Wikipedia “La francmasonería o masonería es una organización fraternal, iniciática que practica la filantropía”. Pues esta bonita definición contrasta con la que dio el Papa León XIII: “la masonería pretende destruir, hasta sus cimientos, todo el orden religioso y civil construido por el cristianismo”. Desde la creación oficial de la masonería con este término en 1717 en Londres, la Iglesia ha sacado más de 300 documentos condenando esta sociedad secreta anticristiana (el primero fue en 1738) La enciclopedia británica la califica como la sociedad secreta más extendida del mundo. Y digo yo, si es una sociedad benefactora y filantrópica, ¿por qué es secreta? ¿Por qué ocultan a su príncipe de la luz?, Claro porque es Lucifer. Si no tuvieran nada que ocultar buscarían adeptos haciendo propaganda. La Real Academia Española sin embargo la define como una sociedad que sólo fue secreta en sus orígenes. (Otra falacia de la España “ilustrada” del s.XVIII) En el s.XXI su número de adeptos, en el mundo, dicen, oscila entre dos y seis millones.
Pero anterior a la masonería, como tal, existió un siglo antes otra sociedad anticristiana Los Rosacruz en el s.XVII, que proponían tres manifiestos: en el primero sostenían que había que dejar el mundo como Adán lo encontró, vacío, sin vestigio alguno de cristianismo. Se trata siempre de lo esotérico y muchos recurren a la masonería para explicárselo. Y si nos remontamos hacia atrás en el Antiguo Testamento, se habla de un tal Iran Adif, constructor de las columnas del templo de Salomón, y un Tubal Caín, relacionado con Caín, hijo de Lucifer, no de Adán. Que entretejen todo un reglamento masónico; niegan que haya Revelación. Se trata de un testamento y evangelio, paralelo al original, pero adulterado…. Así a lo largo de toda la Historia.
Los masones atraen a sus simpatizantes con la idea de que las verdades están muy escondidas y hay que trabajar mucho para ir descubriéndolas y para convertirte en un ser superior. La jerarquía se establece por “grados” (azules, aprendiz, compañero y maestro) que alcanzan dentro de las “logias” (organizaciones), estos llegan hasta el grado 33 y hasta el 99, como el de Memphis (todo de cara a un mayor conocimiento de Lucifer) y lo que es este conocimiento absoluto, intuitivo, de la divinidad, lo llaman “gnosis”. Toda una selección de personas (todo miembro entra por votación), que mediante ritos esotéricos dicen llegar a la verdad; cuando las verdades de la fe cristiana son tan transparentes, son tan claras, que las puede entender hasta la persona más sencilla. A los que no somos masones nos llaman profanos. Benedicto XVI pone tras ejemplos de esta destrucción del cristianismo: el aborto, el matrimonio homosexual y la producción de seres humanos en laboratorio “lo que ataque al ser humano en su dignidad, la vida y la familia son los objetivos a batir”.
La masonería se infiltró en la Iglesia en el s.XVIII y más después. Sus preceptos son “ORDO AB CAO” (“el orden vendrá del caos”) Necesitan provocar el caos, para que desde allí surja una sociedad nueva, que ellos pretenden. “SOLVE ET COAGULA” (“para coagular o configurar algo con solidez, hay que disolver lo que existe”). Para ellos INRI significa:” IGNE NATURA RENOVATUR INTEGRA” (“el fuego que destruya la naturaleza lo renovará todo”). Ellos dicen que la perfección humana la ha negado el cristianismo… Y han sido tan activos en su adulación al ser humano sustituyendo así a Dios, único ser supremo, que han elevado a la enésima potencia el movimiento Renacentista del s.XVI denominado Humanismo. Hasta tal punto han intentado siempre infiltrarse dentro de la Iglesia cristiana para autodestruirla…
El concilio Vaticano II es el ejemplo supremo (Bugnini y Batlló, transformó la Misa y el Papa lo mandó a Irán, y el padre Mur con su libro “Asesinato en grado33” habla de una infiltración, que fue la causa del asesinato de Juan Pablo I. Roberto Caldi es un banquero que muere en extrañas circunstancias, Pablo VI llegó a decir: “por alguna grieta, el humo de Satanás ha entrado en el templo”). Y antes con los debates de los obispos alemanes sobre si era posible admitir alguna obediencia masónica. Y estos acabaron con la misma respuesta de siempre “no es posible la doble pertenencia, porque, entre otras falsedades creen que Cristo no es Dios”.
Centrándonos en los efectos internacionales de la masonería, además de toda la geopolítica para la desmembración del imperio español en América llevado a cabo por ingleses, franceses y EEUU, también intervinieron en Europa. Así el estadounidense Mendel House (1858) fue el diseñador de la debilitación de Europa rompiendo el Imperio Austriaco (1918), consiguió además ¡la financiación para la Revolución Comunista de Rusia! (que era la tercera Roma, la santa Rusia), por parte de Rothschild. De su actividad surge el PCR, el Deep State, o el Pantano americano y la Sociedad de Naciones (masónica) mediante el liberalismo, socialismo o nacionalismo. Tal parece el plan del Anticristo. Luego vinieron: la cumbre de El Cairo; la revolución de los 60; la Trilateral en los 70; Kissinger, fundamental en el globalismo; en Europa la abolición de las jerarquías nacionales…. Hace pensar que si catolicismo = universal, Masonería = globalismo. Benedicto XVI dijo que “hasta el derecho natural ha desaparecido”.
Un ej. del carácter masón de toda política en EE.UU. es que tras su constitución en 1787, con su primer presidente Washington en 1884, se construyó junto al palacio, el obelisco dedicado al presidente de 169m y 14 cm., fue el monumento más alto del mundo hasta la Torre Eiffel en 1889. Pero lo más simbólico es la altura de 666 pies. Que es el número de la Bestia, del Maligno, de Satanás….
Y centrando la masonería en España, recordemos que fue el mismo Napoleón quien “enamoró” a Bolívar para que abrazara la masonería ( y con él fueron San Martín y Francisco Sebastián Miranda)… Y fue su hermano “Pepe Botella” fue el creador de la logia “Gran Oriente”, además de otras tres, grado 33 en 1809. Éste decretó la disolución de todas las Órdenes Religiosas, que llevó a que los frailes fueran expulsados de sus conventos. Organizó la primera desamortización y robó todo a la Iglesia. En las Cortes de Cádiz, Alcalá Galiano era masón, pero Fernando VII la prohibió. No obstante el trienio liberal en los años de 1820 fue totalmente masónico. Isabel II los tuvo a raya y Pío IX la ayudó, pero tras su defenestración en 1868, a Amadeo de Saboya lo trajeron ellos; la I República tornó a ser masónica… igualmente son masones el nacionalismo catalán y vasco. En Méjico ya independiente hubo decenas de logias.
Ya en el s.XX, Ferrer Guardia, el organizador del atentado en la boda de Alfonso XIII era masón y se fue de rositas a Italia, tras haber producido más de veinte muertos. En la II República el 40% de los diputados eran masones y Pío XI la fulmina con su encíclica “Dilectísima nobis” en favor de la ferviente España. Y llegamos a nuestros días con el Ministro Torres que quiere enseñar la masonería en la escuela y con Antonio Fernández, masón también y sevillano que está al frente de la estrategia de Pedro Sánchez