Opinión

Se discute mucho sobre la función del rey.

Igual que a veces no se tiene claro lo que simboliza el rey y cuál es su papel; a veces no se tiene claro tampoco qué implica estar al lado del rey.
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En la Constitución, sin embargo, se explica con claridad: el rey es símbolo del país. El Estado, en toda su complejidad es una abstracción a la que conviene dotar de cierta corporeidad. La bandera y el escudo lo hacen; pero también lo hace el rey. Por causas que sería largo explicar aquí y que tienen un origen histórico, la figura del rey, igual que la del presidente en las repúblicas, es un símbolo de lo que somos, del conjunto de instituciones y administraciones y de todos nosotros como comunidad política.

Ejercer esa función de representación no es sencillo, como tampoco es sencillo asumir en cada momento lo que implica lo anterior. La visita a las zonas afectadas en Valencia ha sido un test de lo que implica ser rey, de a qué obliga y a qué obliga a quienes le rodean.

En primer lugar, la visita del rey es un símbolo del apoyo del conjunto de los españoles a las víctimas. Como todo símbolo se podrá discutir desde la racionalidad; pero también desde la racionalidad ha de recordarse que nuestra especie es simbólica, su existencia es inescindible de los símbolos y, por eso, tienen la importancia que tienen. La visita del rey subraya la necesidad de un compromiso efectivo en la reconstrucción de la zona y la solidaridad con los afectados. Este tipo de visitas, por otra parte, son habituales en todos los países del mundo. Lo extraño sería que ante un caso así la máxima autoridad del país no visitara el lugar.

La imagen del rey juntando las manos como pidiendo perdón no es baladí

En este caso, la visita se produce en unas circunstancias delicadas, puesto que la reacción del Estado ha sido defectuosa. El rey, personalmente, no tiene culpa de ello; pero, en tanto que símbolo del Estado es normal que la ira y la rabia que se deriva de la mala reacción de las administraciones repercuta en él. La imagen del rey juntando las manos como pidiendo perdón no es baladí; aunque Felipe de Borbón (o Felipe VI) no tenga la responsabilidad de la falta de ayuda, como representante del Estado ha de dar la cara por él en su conjunto. Esto, además, le da legitimidad para exigir a unos y a otros -como hizo- que el Estado estuviera presente, en todas sus dimensiones, en Valencia.

Pero su función va más allá. Ayer, tanto él como la reina se acercaron a quienes les increpaban, les escucharon y lloraron con ellos (al menos la reina). Es, de nuevo, otro símbolo: hay motivos para la ira (la reina declaró que ¡cómo no van a estar enfadados!); pero hay que seguir, tenemos que superar esa ira para poder seguir adelante.

Obviamente, el movimiento del rey ayer fue arriesgado; pero el negarse a que le protegieran con un paraguas y acercarse a quienes le increpaban es lo que marca la diferencia entre quien tiene claro cuál es su función y el que está simplemente de paso. El rey dejó claro ayer que sabe cuál es su trabajo, lo que significa y lo que implica; y que es un trabajo que no está exento, incluso de un riesgo físico cuando la situación lo requiere.

Irse y dejarlo es tanto como dejar a España

Pero hay más. Igual que a veces no se tiene claro lo que simboliza el rey y cuál es su papel; a veces no se tiene claro tampoco qué implica estar al lado del rey. El rey es, como digo, símbolo de España; así que si se está a su lado, la situación se pone complicada y el rey se queda, quien está a su lado se queda también. Irse y dejarlo es tanto como dejar a España.

Por eso la huida de Pedro Sánchez ayer es también un símbolo. El presidente del Gobierno deja solo al Estado, busca la protección en vez de permanecer, como era obligado, a su costado.

Se me podrá decir que había un riesgo físico. Cierto; pero es que la regla anterior (si se acompaña al rey y hay peligro uno se queda al lado del rey) no admite excepciones. Igual de claro que tuvo el rey que no podía interponer un paraguas entre él y los ciudadanos, aunque le increparan; igual de claro tiene que tener el que está al lado del rey que no puede dejarlo; y menos en una situación que pueda suponer un riesgo.

Son esas cosas que, en los momentos difíciles, descubren el tipo de persona que es cada uno de nosotros. Ayer supimos qué tipo de personas son el rey, la reina, Mazón (que se quedó al lado del rey) y Sánchez. Ahora falta por saber qué tipo de personas somos nosotros.

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