El Día Internacional para la Tolerancia, que se celebra el 16 de noviembre, nos recuerda que el respeto y la aceptación son fundamentales para construir un mundo más pacífico y justo.
La frase elegida como lema de cabecera —Con el respeto en las manos podemos hablar de lo que sea—, refleja la esencia de este día: cuando abrimos nuestras mentes y alma al diálogo respetuoso, superamos barreras y creamos puentes entre culturas, ideas y personas.
La tolerancia no significa simplemente soportar las diferencias, sino apreciarlas, entenderlas y valorarlas. Con respeto, podemos abordar cualquier tema, resolver conflictos y avanzar juntos hacia una convivencia armónica.
La tolerancia es la cortesía de la inteligencia.
Ser tolerante es un acto de de profunda inteligencia emocional y racional. La tolerancia nace de la comprensión de que nuestras diferencias no nos debilitan, sino que nos enriquecen.
Es un recordatorio de que la verdadera sabiduría no radica en imponer nuestras ideas, sino en saber escuchar, dialogar y convivir con respeto y empatía. Practicar la tolerancia es, en esencia, demostrar la grandeza de nuestra mente y la nobleza de nuestro corazón.
Convierte tu muro en un peldaño.
Este breve lema es una invitación poderosa a transformar los obstáculos en oportunidades. Nos recuerda que, aunque la vida presente barreras, nuestra actitud y perspectiva pueden convertirlas en impulso para crecer y avanzar.
Cada desafío puede ser una lección, y cada caída, una oportunidad para levantarnos más fuertes. Este pensamiento inspira a no rendirse y a ver los problemas no como límites, sino como escalones hacia nuestras metas.
Una de las entidades que seguimos en esta revista digital es Asociación por la Tolerancia, a la que le enviamos un fraternal saludo y agradecimiento por su labor.
Para conmemorar esta fecha han convocado en Barcelona una actividad que refleja muy bien el espíritu de este día. Más información:
23-N. XXIII Ciclo de cine para la Tolerancia
Monumento a la tolerancia, escultura ubicada en Sevilla realizada por Eduardo Chillida y financiada por la Fundación Amigos de Sefarad. Se encuentra instalada en el muelle de la Sal, junto al puente de Triana y el río Guadalquivir. El monumento se inauguró en 1992, coincidiendo con la celebración de la Exposición Universal de Sevilla.