En primer lugar, se pone de relieve que entre la ciudadanía de Cataluña no existe ningún consenso social a favor de la inmersión, como muchas veces se repite. De acuerdo a las encuestas tanto públicas como privadas, apenas un 14% de catalanes, es decir, uno de cada siete, es favorable a la actual inmersión lingüística obligatoria, con todo en catalán. Una amplia mayoría de catalanes prefiere un modelo respetuoso con el bilingüismo, donde a sus hijos se les enseñe en las dos lenguas oficiales, tanto en catalán como en español.
- En segundo lugar, la inmersión nunca ha sido avalada por Europa en la forma en que se aplica en Cataluña. Por el contrario, el Consejo de Europa ha advertido que, al igual que en Quebec, la inmersión en Cataluña debería ser voluntaria y los padres deberían tener derecho a decidir, algo que los políticos nacionalistas les niegan.
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En tercer lugar, la inmersión no es ningún modelo de cohesión social. Por contra, bajo la inmersión los niños castellanohablantes fracasan el doble que los catalanohablantes. La inmersión es un modelo claramente discriminador: los niños catalanohablantes reciben la enseñanza en su lengua materna, en la lengua que mejor entienden y más dominan mientras los niños castellanohablantes deben sumar en el proceso de aprendizaje a la dificultad propia de las materias una dificultad lingüística añadida: estudiar, expresarse, leer o examinarse en una lengua que no es la suya.
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En cuarto lugar, la inmersión tampoco es un modelo de integración de los inmigrantes. De acuerdo a los datos de PISA precisamente el sistema educativo catalán es el que consigue una menor integración del alumnado inmigrante de toda España. Para muchos niños inmigrantes, en particular, de origen hispanoamericano, la imposición del catalán es un obstáculo para su integración y aprendizaje tal como demuestran sus malos resultados en Cataluña en comparación con el resto de comunidades autónomas.
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En quinto lugar y por último, sería muy sorprendente que en Cataluña con sólo 2 horas a la semana se tuviera el mismo dominio del castellano que con 25 o 30 horas en el resto de España. La realidad es que el dominio y el conocimiento de la lengua española son muy diferentes. En cuanto al nivel ortográfico, sólo un 33% de los alumnos catalanes de ESO son capaces de transcribir un texto básico en castellano con dos o menos faltas de ortografía.
En resumen, cuando se ponen encima de la mesa argumentos y cifras en vez de tópicos y mantras la auténtica realidad de la inmersión en Cataluña dista mucho de esa imagen idílica que se intenta vender desde el naclonalismo catalán.
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